El arte moderno a más de uno nos parece incomprensible. De hecho parece que la palabra incomprensible se queda corta y detrás de ella resuenan también palabras como patético, insultante y desconcertante. Parece que incluso está asociado de alguna manera a una clase cultivada capaz de entenderlo y apreciarlo. Lo que me quedó claro hace tiempo es que si bien no es una tomadura de pelo, es un mundo donde la vista como sentido no basta para entenderlo. Lo inteligible, lo racional, el texto cobran una mayor importancia a la hora de comprender una obra o de contextualizarla. Esto explica que algunos artistas tomen la pluma para escribir acerca de sus pretensiones. Me viene a la cabeza algunos libros... De lo espiritual en el arte o Punto y línea sobre el plano... La cuestión es que parece que el arte es más un medio para expresar conceptos e ideas que uno para hacer cosas "bonitas". Esto no es que fuese distinto antes, lo que ocurría es que a la expresión de ideas iba acompañada una pintura bella. "La primavera" podría ser un ejemplo. Detrás de sus figuras se esconde un mensaje acerca del neoplatonismo de la época que triunfaba en la Florencia renacentista. ¿Cómo puede darse un cambio tan brusco entre esta obra de arte, una de Duchamp o la expresionista abstracto? Bien pues aquí entra en acción una figura nueva: el crítico de arte. En este caso, Clement Greenberg que en su ingente obra traza un relato que pretende crear una "naración" o una historia coherente de qué es lo que ha provocado que de un cierto tipo de obras de arte se pase a uno completamente distinto y nuevo. En este pequeño libro no se contiene todo su trabajo. Solo una pequeña parte, una pequeña selección de artículos suyos que nos dan una idea de cómo planteaba la cuestión.
Greenberg parte de la idea de que el arte no es algo para todo el mundo, porque este implica dificultad. En principio no tiene como objetivo agradar y esto es lo que lo diferencia de las obras de la cultura de masas (él lo llama kitsch). La dificultad que conlleva "la cultura superior" se debe a su grado de artificialidad:
"La cultura superior es una de las creaciones más artificiales llevadas a cabo por el hombre, y el campesino no encuentra una urgencia natural en su interior que le conduzca hacia Picasso al coste de tantas dificultades" (p. 40).Sin embargo lo más importante de la selección de aquí no es ver el surgimiento de la división de la alta y la baja cultura sino el de trazar el "relato histórico" que de sentido a los cambios de la pintura en los últimos siglos. Para tal fin se vale de la idea de "medio", pues este que hace específica a cada rama de arte. Por ejemplo: a la escultura le corresponde las tres dimensiones y a la pintura dos.
La mesa de Cocina, Cezanne |
Valiéndose de estas distinciones nos describe cómo algunos artistas (Cezanne, por ejemplo) son cada vez más conscientes de que la pintura ha abandonado su esencia (las dos dimensiones) por la profundidad o las tres dimensiones (propias de la escultura). Es entonces cuando se embarcan en una experimentación pictórica para poner de manifiesto la planitud del cuadro y de este modo romper con la tradición de la profundidad instaurada por Giotto. Es entonces cuando los elementos de los cuadros se van amontonando para dar la impresión de que la profundidad es menor. El descubrimiento que se hacía en esta ruptura era que las dos dimensiones, la planitud, también merecía considerarse como categoría estética para así alcanzar un arte "puro".
"El problema no habría sido entonces de qué manera rehacer a Poussin a partir de la naturaleza, sino cómo conciliar cada elemento de la ilusión de profundidad con la forma de la superficie del lienzo, dotada de unos derechos estéticos igualmente válidos. El verdadero objetivo de la búsqueda de Cezanne era enlazar más firmemente la ilusión tridimensional con un efecto de superficie, la integración de plasticidad y decoración" ( p. 58).
En algún otro artículo de los que integran el magnífico librito de Siruela se ahonda en esta idea. En el s.XIX se hace esa búsqueda del espacio que le es propia a cada arte (a la pintura las dos dimensiones, a la escultura las tres dimensiones) para crear un arte "puro", "autodefinido". En el s.XX sería cuando ya se llega al final del recorrido con el expresionismo abstracto en pintura y Picasso en la escultura. Greenberg parece ser, por tanto, el hombre que ha hecho una especie de "radiografía" del arte y sus propósitos para determinar qué es arte y si es bueno o no. A esta lectura histórica le surgirían muchos detractores posteriormente y muchos de ellos provendrían del surrealismo y del arte pop... pero eso ya no tiene nada que ver con el libro.
Aquel tema que expusimos va componiendo la mayoría de los artículos, breves por lo general, de un libro que también es breve. De hecho el libro de Siruela a pesar de ser bonito y cómodo es tan corto que no llega a las 200 páginas. Y vale nada más y nada menos que 13 euros. Es un auténtico timo por parte de una buena editorial no poner un libro a un precio ajustado a las características del libro. Dejando el tema de la edición del libro solo me queda por decir que es un libro interesante, que se deja leer muy bien por la forma sencilla en que está escrito y que nos da la oportunidad de leer a uno de los grandes críticos de arte del s. XX. Me ha resultado un libro curioso más que atractivo o bueno... como creo que nos pasaría a todos aquellos que no estemos especialmente interesados en el arte.