"De todos modos, hay un cuadro del mismo Carrà de 1917, La musa metafísica, que parece confirmar también, por otro camino, el interés de éste por La ciencia nueva. Me refiero a la 'pintura propuesta para el frontispicio que sirve de introducción a la obra', de la que Vico da una extensa explicación. Se trata, como se sabe, de un grabado, abarrotado de jeroglíficos y de figuras alegóricas. 'La metafísica', bajo la forma de una mujer de aladas sienes, se apoya sobre un globo ('el mundo físico o natural'), que se sostiene a su vez en una sola parte de un altar ('porque el mundo civil empezó en todos los pueblos con las religiones'). Sobre el altar hay 'un cayado, o verga, con la que los augures cogían los augurios y observaban los auspicios; el cual quiere dar a entender la adivinación'; también hay agua contenida en un cantarillo (con relación a los sacrificios), fuego y una antorcha encendida (los matrimonios). Al pie del altar, 'una urna de cenizas' (la sepultura) con forma de pirámide exagonal, un timón (navegación) y una tabla en la que se halla inscrito el alfabeto latino antiguo (origen de las lenguas y de las letras).
La tabla está apoyada en un 'fragmento de columna' (la arquitectura) y se halla en el suelo frente a una estatua de Homero ('el primer autor de la gentilidad que llegó hasta nosotros'). 'Finalmente, en el plano más iluminado de todos, pues ahí se exponen los jeroglíficos que significan las cosas humanas más conocidas, según su caprichosa comodidad, el pintor hace aparecer el haz, una balanza y el caduceo de Mercurio' (las primeras repúblicas, las guerras, las monedas y los comercios, las leyes y la paz). 'Todos estos jeroglíficos se hallan lejos del altar, pues son toda las cosas civiles de los tiempos en los que, poco a poco, se fueron desvaneciendo las falsas religiones'.
La mujer sobre el globo, es decir, la metafísica, contempla, en lo alto, a Dios (un triángulo con ojo en un círculo), y 'en dios, al mundo de las mentes humanas, que es el mundo metafísico'. Del triángulo sale un rayo de luz que impresiona, en el pecho de la mujer, 'una joya convexa', que denota 'el corazón terso y puro', y desde allí se refleja sobre la figura de Homero. El primer rayo representa al mismo tiempo 'la divina providencia' y el pensamiento y método de Vico; y el reflejo 'es la luz propia que se da a la Sabiduría poética en el libro segundo, en el que está el verdadero Homero, esclarecido en el libro tercero'.
Calvesi, M., La metafísica esclarecida, Balsa de la medusa, Madrid 1990, pp. 209-210.