"La maravilla de la hacienda bizantina es, sobre todo, su estabilidad (...). 'En el período de ochocientos años -escribe Gelzer- que va desde Diocleciano hasta Alejo Comneno, el gobierno romano nunca se vio obligado a declararse en bancarrota o a suspender pagos. Ni el mundo antiguo ni el moderno pueden ofrecer un fenómeno que pueda parangonarse completamente a este. Esa prodigiosa estabilidad de la política financiera romana aseguró al bizantino su circulación universal. Debido a su peso completo pasó por todas la naciones vecinas como un medio válido de cambio. Gracias a su moneda, Bizancio controló lo mismo al mundo civilizado que al mundo bárbaro'".
-Baynes, N. H., El imperio bizantino, FCE, p. 107.
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Juan II Comneno e Irene de Hungría. Autor Antoine Helbert |