jueves, 24 de abril de 2014

Shingeki no Kyojin (El ataque de los titanes)


   En su día ya tuve la tentación de escribir mis opiniones sobre El ataque de los titanes, pero fueron dos las razones que me llevaron a no ponerme delante del teclado. La primera estaba relacionada con que no me sentía capaz de ser mínimamente imparcial (cosa que no pretendo ahora); la segunda tiene que ver con que prefería hacerlo cuando se cerrase la serie para así hacer un crítica de conjunto... Pero después de saber que nos queda algo de espera  he decidido que sería mejor no postergarlo más. No pretendo añadir nada a todo lo que ya se ha dicho ni tampoco ser polémico. Lo que aquí dejo son, simplemente, algunas de las impresiones que tuve de esta serie.

    El ataque de los titanes se sitúa en un mundo ficticio (como casi todos los animes) donde los humanos deben vivir en fortalezas de altos muros. Y más les vale que esos muros sean bien altos pues son su única defensa contra una raza de gigantes. Estos gigantes se dedican a devorar humanos con el mismo afán que si fueran setas con jamón. En una época en que los zombis aparecen por cualquier parte parece como si el creador del manga hubiera cogido estas criaturas cambiando su tamaño, el punto débil y el nombre de zombie por titán. Si a esto le añades tipos que pueden volar con espadas, escenas de combate que dejan con la boca abierta a más de uno y lo agitas te da como resultado Shingeki no kyojin. No es una idea muy original, ni muy convincente pero sorprendentemente funciona. Son muy pocos los elementos que se van presentado en la serie para aportar riqueza a este mundo ficticio pero de alguna manera consiguen que no parezca estúpido. No sabemos demasiado de la organización social de los humanos (más allá del ámbito militar), ni de sus costumbres, ni del origen de los titanes, ni de muchas otras cosas. Sin embargo con los pocos elementos que muestran consiguen que la serie vaya hacia delante sin dejar en el camino ninguna incongruencia grave. No podemos decir que el mundo que nos recrean sea inconsistente, aunque sí poco profundo.

   En ese mundo poco ambientado que comentábamos vamos a ver a los personajes que en general son bastante mediocres. El primero de la lista (tanto en importancia como en mediocridad) es el protagonista, Eren. Tiene todos los rasgos que hacen que un personaje sea antes un estorbo que un aliciente para la trama: es estúpido, terco, chilla más que habla y para agravarlo todavía más es inútil (cosa esta última que solucionan en la serie con una triquiñuela). El resto de personajes oscilan entre lo malo y lo mediocre. Mención especial para Mikasa, la "hermana" de Eren, cuyo guión en la serie se reduce a un "¿dónde está Eren?". El resto de personajes en general no tienen muchas oportunidades para mostrar qué tipo de personaje son. Levi es un ejemplo de eso: no sabemos nada de él, simplemente le vemos haciendo acrobacias maravillosas en el combate. El personaje que quizá esté más caracterizado es Armin, el "cerebro" del grupo. Es un chico débil pero perspicaz, que siempre tiene un buen plan. Junto a estos tenemos a unos personajes que apenas aparecen pero que cuando lo hacen engrandecen la pantalla: el general Pixis y Erwin. Este último apenas lo vemos pero cuando lo hace sabes que algo importante se cuece sin que te estés enterando. Ese misterio que envuelve su figura y sus planes es algo que le da vida a la serie.


   Como vemos, la plantilla de personajes no es muy prometedora y sin duda es el peor aspecto de la serie. Creo sinceramente que se podrían haber esforzado en crear personajes de más enjundia. Tiempo para caracterizar a los personajes no les ha faltado en los 25 capítulos. Han preferido emplear ese tiempo sin embargo, en ponernos resúmenes de dos y tres minutos, además de algún capítulo insustancial (el capítulo 19 es un ejemplo), que en profundizar en los personajes. Los creadores del anime han tenido muy poco acierto con este aspecto en la serie y su falta de habilidad para desarrollar una historia con buenos personajes solo es comparable a su incapacidad de mantener el ritmo de la trama. Los primeros capítulos son redondos. Con un inicio de infarto que se alarga durante un par de capítulos en los que vemos a los personajes más importantes desarrollarse. Hasta el capítulo 8 esta serie continua con una gran cantidad de misterios y giros que hacen que te mantengas delante de la pantalla. El resto de la serie no mantiene esa dinámica y funciona a base de ser épica en algunos momentos o de ser aburrida en otros. Como ejemplo creo que se podría poner el arco argumental del juicio a Eren, aburrido y alargado en exceso para sacar tiempo. Este arco argumental contrasta completamente con la serie de capítulos que van desde el 17 al 22 y del 24 al 25 que son, simplemente, una maravilla. En parte son tan buenos por el contraste con los otros arcos argumentales más lentos, y en parte porque verdaderamente son geniales. La genialidad de estas capítulos reside en unas escenas de combate excepcionalmente bien hechas, cargadas de adrenalina y que hacen que en más de una ocasión vuelvas a ver la escena una y otra vez.  Pero la calidad de la animación no siempre está bien. Para empezar cuesta pensar que estos gigantes sean enemigos terribles que están a punto de destruir a la humanidad cuando te los presentan de este modo:


   

    Es muy difícil no ridiculizarlos. De hecho la primera ocasión que vi uno me reí bastante. Por fortuna luego nos van dando cosas más dignas, que hacen que empieces a tomarte más en serio Shingeki no kyojing. El cúmulo de cosas malas se amontona y sin duda tiene fuerza suficiente para tumbar toda la serie. Esto sería así de no ser por las escenas de combate que ya comenté. El combate entre los dos titanes del capítulo 21 es IMPRESIONANTE. Es en estas ocasiones cuando vemos la ventaja que proporciona la animación sobre cualquier otro medio expresivo. La calidad de esas escenas y otras del mismo estilo colman con creces el vacío de todos los aspectos negativos de la serie. ¿Pero qué sería de esas escenas sin una buena música? Shingeki no Kyojin tiene tanta magia en sus escenas gracias a una música que, sin riesgo a equivocarme, es  un auténtico acierto. La música acompaña a la acción, a la lucha, a la muerte y a la desesperanza que se nos muestra en la serie y sin ella no sería lo mismo nada de lo que aparece. Si las escenas más épicas las dejamos sin sonido nos damos cuenta del importantísimo papel que ejerce la música en esta serie. La música aquí es más que mero acompañamiento sonoro, es esencial para las escenas. Recomiendo encarecidamente a todo el mundo que escuche la ost, especialmente "Vogel im kafig", "Counter attack" y "E.M.A"



   La serie no es desde luego la maravilla que se ha dicho que es. Es sin duda recomendable, adictiva y espectacular pero no lo mejor que uno pueda ver. Creo que muchos de los que se emocionaron con SAO en 2012 has sido los mismos que han alabado en exceso a Shingeki no Kyojin, y de ahí que haya sido la serie más mitificada del año pasado.

miércoles, 23 de abril de 2014

Metamorfosis de la lectura

    Cuándo y cómo surgieron las lenguas son problemas que siempre ha tenido presente el hombre. Desde el mito de Babel y la confusión de las lenguas hasta las ideas de Chomsky hemos tenido un amplio repertorio de explicaciones, conjeturas, hipótesis y argumentos de toda índole. No se ha prestado tanta atención, sin embargo, a la escritura y al hecho de leer. Y mucho menos a la capacidad camaleónica de la lengua escrita de perpetuarse en distintos soportes. Los papiros, los pergaminos, los códices, el libro que actualmente conocemos o el e-book que cada vez vemos con mayor frecuencia. El libro de Román Gubern es un intento de unir estos dos temas y desarrollarlos de forma armónica. Quizá sea por esto que el libro se plantea desde un punto de vista genetista, lineal, que se remonta al origen y llega a nuestro presente. Empieza por tanto un relato. Un relato del origen de las lenguas, del pensamiento, de la comunicación, de la escritura, de la literatura... Y todo ello lo pretende hacer en unas escasas 120 páginas. Esto no puede hacerse sin caer en cierta simpleza, en cierta trivialización. Esa superficialidad la podemos detectar al inicio de este ensayo, cuando habla del origen de las lenguas apoyándose en diversas autoridades como antropólogos, paleontólogos, etc. Lo superficial de esta parte no es algo peculiar. Por el contrario, es la nota distintiva de este libro. Como defensa del autor hay que decir que no se debe a que este no sepa llevar el proyecto a buen puerto o a que le falten conocimientos de la materia. Antes bien tiene que ver con el hecho de la brevedad del ensayo. La consecuencia es que la parte del origen del lenguaje se despacha rápidamente, sin miramientos, en unas pocas páginas. No será la única parte en la que esto ocurra. De hecho ocurre constantemente. "Metamorfosis de la lectura" es la invitación a un viaje express en el que se nos van lanzando multitud de datos históricos y algunas observaciones interesantes.

    Partimos de la cultura y la poesía oral y de cómo esta se perpetúa hasta su decadencia con la escritura. Los Egipcios inventaron el papiro y los griegos de Pérgamo el pergamino. Una vez que el saber puede guardarse de un modo más seguro en la escritura ya no necesita ser memorizado. La cultura oral se pierde y la lectura inicia su andadura. Pero no será hasta mucho después, con la invención de la imprenta, que la lectura pase de ser un acto social a uno privado. El mejor ejemplo es la Biblía. En en medievo su lectura era oral, ante un auditorio, donde podía controlarse escrupulosamente el sentido de sus palabras. Sin embargo al masificarse el número de ejemplares gracias a la imprenta la lectura oral perdió importancia. La lectura era algo íntimo, que ya no se hacía en las plazas, sino en las casas, silenciosamente, sin la atenta mirada del monje o el obispo que velaba de que las escrituras fueran "bien entendidas". Pero una historia de la lectura es necesariamente una historia de la literatura y Román Gubern hace un rápido recorrido por ella. Si tuviera que escoger algún fragmento creo que sería este:

   "Pero la gran novedad en el mundo de la literatura fueron las vanguardias, con su iconoclastia y su experimentalismo alzados a espaldas del mercado. Abrió el fuego Marinetti con el futurismo (1909), cuyas alborotadas propuestas de una revolución maquinista alimentaron tanto el imaginario de Mussolini como el Maiakovski, en el torbellino de la revolución industrial soviética. Gramsci ironizaría sobre los futuristas escribiendo que eran "un grupo de colegiales, que se han escapado de un colegio de jesuitas, han hecho un poco de bulla en el bosque vecino y han sido reconducidos bajo la férula de los guardabosques". En Suiza, corazón neutralista y financiero de Europa, brotó la revoltosa insolencia dadaísta (1916), que obligó a la policía de Zúrich a intervenir varias veces para reprimir su ruidoso entusiasmo revolucionario, mientras dejó en paz a un discreto y silencioso vecino suyo llamado Vladímir Lenin. Y del dadaísmo brotaría la semilla del surrealismo (1924), el movimiento más duradero e influyente, liderado autoritariamente por André breton a pesar de numerosas crisis internas, proponiendo vertiginosas zambullidas en el subconsciente. Las vanguardias supusieron un reto desestabilizador para los lectores tradicionales, confrontados a una desconcertante quiebra de los códigos establecidos  y por eso cuajaron en movimientos muy minoritarios y propio de una "capilla ideológica". (...) Pero además de esta vanguardia, en cierto modo institucional y corporativa, aparecieron francotiradores de la experimentación literaria, como James Joyce al desarrollar en "Ulises" los "flujos de conciencia" (streams of counciousness), representaciones desorganizadas  del curso del subconsciente, que se alejaban radicalmente del monólogo interior consciente, cuya invención literaria suele atribuirse a Eduard Dujardin en "Han cortado los laureles" (1887)."

   Entre nombre y nombre, nos va cartografiando la historia de la literatura de forma esquemática, intercalándola con reflexiones propias ya sea de libros o de la propia literatura. En este último caso siempre pide ayuda a la semiótica de Umberto Eco. Pero como ya comentamos se hace de manera breve y superficial. Y de ese modo, entre curiosidades y grandes títulos de la literatura, es como nos adentraremos en los cambios que plantea el libro electrónico. Aquí es donde me parece que todo lo bueno que había conseguido este ensayo se viene abajo: una comparativa del libro de papel y del e-book. Había conseguido darnos una visión panorámica de la historia de la lectura que, si bien no es exhaustiva, sí que es amena. Y lo había hecho con cierto estilo y observaciones interesantes y pertinentes... Pero cuando me haces una comparativa en la que algunas de las cosas que señalas son: "7) Si un libro tradicional recibe un golpe o cae al suelo no se rompe. No ocurre lo mismo con el e-book". 9) El e-book no puede leerse en la bañera y es peligroso hacerlo junto a una piscina". Solo se me ocurre decir una irreverencia: "Thanks for the obvious info bro".
   
   Un libro que prometía ser entretenido (y que de hecho lo es) se acaba convirtiendo en un ejercicio de erudición con algún comentario espurio y sin mucho valor. Es un libro entretenido pero malogrado, que no termina de una forma satisfactoria. Si tanto el inicio del libro como el final hubieran sido eliminados o cambiados hubiera quedado algo más digno. Mi opinión es que es un libro valiente por su propósito pero desafortunado en su desarrollo.






domingo, 13 de abril de 2014

Fragmento de "The mystery of Numbers" de Annemarie Schimmel

Justo después de la página 188:


   Plate 2. Albrecht Dürer´s famous engraving Melencolia I (1514) is filled with secret symbols. Its ambivalent, saturnine character reflects a turning point in Dürer´s life. The magic square in the upper right is a so-called Jupiter square; it transforms into positive values whatever appears negative if seen under the saturnine aspect. The year when his engraving was executed was the one in which Dürer´s mother died; the date of her death, 17. 5. 1514, in the magic square.

   Dürer´s engravings "Rider, Death an Devil" and "Jerome in his Cell", which were executed at the same time, make us understand which problems plagued the artist. "It is the countenance of old Saturn that looks at us, but we have the right to recognize Dürer´s own face in it as well" (Panofsky-Saxl).

   Melencolia I was made for emperor Maximilian, who was regarded as "Saturn-fearing"; it was meant to help him against melancholy, gloom, and sadness.


El libro se puede conseguir aquí (aunque pierde calidad en las imagenes al ser escaneado): http://www.hourofthetime.com/1-LF/October2012/Hour_Of_The_Time_10012012-The_Mystery_of_Numbers.pdf




Noviembre


  No veo mucho cine, pero el español es el que más evito. Por lo general desconfío de todo el cine español. Sin duda se debe a que siempre he pensado que es limitado en géneros, por no decir que está atascado en la guerra civil o, todavía peor, en series de calidad similar a las cadenas en las que se emiten (antena tres, telecinco, etc.). Sólo hago excepciones cuando algún amigo (amiga en este caso) me hace una recomendación.

   El teatro y los auditorios son lugares que en cierto modo hemos mistificado: la gente "seria" va bien vestida, guarda un silencio sepulcral allí y mantiene su atención concentrada en la obra representada. A veces parece que el espectador fuera un campesino del medievo que, engalanado con sus mejores ropas, escucha el coro y la misa del domingo con respeto religioso. Quizá exagere un poco pero no lo haré al decir que hay convenciones en el mundo del teatro que hacen que sea algo un tanto artificial. El personaje de nuestra película, bien consciente del alejamiento de este modo de presentar el teatro, decide plantearlo de modo distinto. Después de sus esfuerzos por intentar ser un "actor" profesional en una escuela, acaba decidiendo que ese mundo en el que quería vivir es un mundo muerto, un mundo en el que la gente no participa, no se ve afectada. La distancia entre el escenario y el público no tiene que ver con un espacio que los separa, sino con las convenciones que alejan la obra del espectador. Molesto por este tipo de convenciones decide hacer algo que cambie ese enfoque: intenta llevar el "teatro" fuera del teatro. Intentará con algunos de sus amigos formar un grupo y hacer pequeñas representaciones en la calle, en un intento de romper todas las normas que el teatro más tradicional impone. En su planteamiento el actor apenas se distingue del espectador.


    Ese espíritu rebelde de los protagonistas de esta película no se debe a un mero "porque sí", sino que tiene una idea de fondo. Para ellos el teatro no es algo que sea un entretenimiento, ni tan siquiera algo que sirva para tener agradables conversaciones en un café. El teatro es, por el contrario, una herramienta "para cambiar el mundo", para "cambiar la vida de la gente". Planteado así, es normal que no piensen tanto en romper las convenciones para acercarse al público como en la actitud que deben mantener con su oficio. En efecto, la película está trufada de reflexiones sobre cuál es el compromiso del actor con el teatro y del rol que debe adoptar. En el caso de nuestros jóvenes, se decantan por hacer teatro de forma amateur, sin remuneración alguna, por puro disfrute. Mantenerse firmes en esa postura será algo que les lleve algún que otro quebradero de cabeza, máxime teniendo en cuenta las dificultades con las que actúan. No son solo económicos sus problemas, también de otro tipo: al actuar en la calle sin permiso siempre los acaban deteniendo y confiscándoles su material. Aquí está uno de los puntos importantes de la película y que evidencia cómo en muchas ocasiones el estado y la burocracia entorpecen actividades artísticas.

   De los personajes de este film no podemos hablar demasiado por dos razones: la primera es que el film está centrado en su actividad artística y sus dificultades en este ámbito; la segunda, que la película tiene el formato del documental, donde vemos los testimonios de los personajes en edad avanzada. Aún así los personajes no están descuidados o por lo menos no el protagonista. Este es un joven terco y obstinado con ideales. De esos ideales es de donde surge el "teatro comprometido" o el teatro documental que propone. Del resto la verdad es que sabemos más bien poco. Simplemente están junto al personaje principal en su periplo. Periplo que, en mi opinión, tiene un final forzado, excesivamente dramatizado.

    Si tuviera que decir qué aporta esta película yo diría que es una pregunta. Una pregunta sobre si nuestras escuelas de interpretación sirven para algo, de si el arte es algo que financiamos verdaderamente, de cuáles son los temas que puede tocar el teatro o el arte comprometido y, también, de las barreras institucionales que imponemos al arte. No soy esteta y nunca me planteo este tipo de preguntas (y en general tampoco me interesan). Sin embargo el film las plantea de forma sugerente y además sabe hilvanar una historia decente, con unas interpretaciones también decentes. Sin parecerme nada del otro mundo puedo decir que me gustó la película.



viernes, 11 de abril de 2014

"Las cosas" de Georges Perec

    Leer novelas es algo que casi no hago (no por voluntad, claro). Hasta tal punto que no es que haya olvidado qué es leer una novela, sino qué es una novela. Estoy exagerando, evidentemente. Pero cuando en ocasiones cae sobre tu mesita de lectura un libro corto que te resulta delicioso, la experiencia es más plena. Es como cuando un hombre sediento, después de atravesar un desierto,  encuentra una copa que contiene agua. Algo similar me ocurrió con este que descubrí gracias a un amigo, al que le agradezco mucho la recomendación.

    La novela creo que es un poco difícil de reseñar. Difícil porque es una novela atípica, distinta a las pocas que haya leído anteriormente. Pero también es difícil porque apenas se puede empatizar con alguien. De hecho esta no es una novela para empatizar. Es una descripción, un cuadro muy preciso de una pareja de personas que pueden ser ejemplares. Cuando digo ejemplar no quiero decir que sean una pareja perfecta, sino más bien que es una pareja prototípica, equiparable a cualquier otra de nuestro tiempo. Por eso también digo que es un cuadro preciso. ¿Cuadro de qué? Es algo que veremos más adelante.



    El título de esta novela no es inocente (como cabría esperar de cualquier novela que se considere así). "Las cosas" que nos rodean son la presencia más corriente en nuestra vida, más incluso que las personas. Basta ver la casa de cada uno para ver la cantidad de cosas que nos envuelve innecesariamente (pero que nos parecen necesarias). En ocasiones esa presencia se vuelve ominosa cuando ya no es solo que nos rodean, sino que además deseamos fervientemente que lo hagan aquellas que no tenemos. La pareja de esta novela son prototípicos por eso: por el constante anhelo de tener lo que no tienen. Nuevas sudareras de gran calidad, zapatos ingleses, camisas de seda... En una palabra: la seducción de los objetos triunfa en su cortejo y sueñan con ser rodeados por todo eso que llamamos de buen gusto. En su búsqueda de equipararse a la alta clase parisina encontramos su esfuerzo, su trabajo, su actitud decidida por mejorar su estilo de vida, pero también la insatisfacción y la frustración de nunca alcanzar su objetivo. El trabajo parece un infierno y una oportunidad perdida de vivir y disfrutar, de ver cosas nuevas, de comprar otras, de viajar interminablemente. Las promesas y la constante seducción de las sociedades mercantiles los acosan y les turban. Los deseos se encuentran conflictivamente con la realidad y la desazón es el resultado.

    "Otras veces no podían más. Querían pelear y vencer. Querían luchar, conquistar su felicidad. Pero ¿cómo luchar?¿contra quién?¿contra qué? Vivían en un mundo extraño y tornasolado, el universo espejeante de la civilización mercantil, las prisiones de la abundancia, las trampas fascinantes de la dicha." (p. 91)
    
   La novela nos va describiendo con mirada fría, externa, propio de un observador imparcial la vida de nuestra pareja. La forma que nos presenta los personajes es una forma aséptica, alejada del presente, que va dando tumbos entre sus ambiciones, sus deseos, sus proyectos, sus recuerdos. Es por eso que en la novela no encontramos una situación concreta, un lugar en el que los personajes tengan una conversación de tú a tú. Todo lo que ocurre en la novela nos resulta ajeno y lejano y se acaba convirtiendo en un extenso "deseaban", "soñaban" y "querían" que se prolonga durante algo más de 130 páginas. De no ser por el buen hacer literario de Perec y la corta extensión de la novela, podría haber sido algo que pusiera a prueba la paciencia de más de algún lector (incluida la mía). Pero lejos de serlo, en "Las cosas" se convierte en signo de identidad, en algo propio de la novela y sin lo cual sería completamente distinta. Acaso sea esto lo que la hace especial y distinta de las novelas que haya leído hasta el momento. 
   
 Más allá de lo que me haya gustado la novela, esta es un recordatorio y una ejemplificación perfecta del estilo de vida occidental. El deseo por tener es mayor que el disfrute por lo que ya se tiene. La vida se entiende en vistas de lo que se va a adquirir y no de lo ya adquirido. La vida se transforma en anécdota, en una línea en la que los distintos puntos son los deseos no alcanzados (e inalcanzables). La droga es el deseo y la abstinencia de esa droga se torna en angustia y vacío. Con estilo frío y distante nos deja bien presente todo esto, sin una solución. Un happy end no tiene lugar en esta novela (aleluya), pero es que tampoco tiene cabida un final trágico... aunque en cierta medida lo que se nos cuente no sea algo para dar saltos de alegría. Por todo esto dije arriba que la novela de Perec me parecía un cuadro preciso en el que se retrata una época del siglo pasado, pero que todavía ilustra y describe muy bien nuestra sociedad moderna. Es por eso que es un libro que recomendaría (quizá timidamente) a cualquiera.