domingo, 13 de abril de 2014

Noviembre


  No veo mucho cine, pero el español es el que más evito. Por lo general desconfío de todo el cine español. Sin duda se debe a que siempre he pensado que es limitado en géneros, por no decir que está atascado en la guerra civil o, todavía peor, en series de calidad similar a las cadenas en las que se emiten (antena tres, telecinco, etc.). Sólo hago excepciones cuando algún amigo (amiga en este caso) me hace una recomendación.

   El teatro y los auditorios son lugares que en cierto modo hemos mistificado: la gente "seria" va bien vestida, guarda un silencio sepulcral allí y mantiene su atención concentrada en la obra representada. A veces parece que el espectador fuera un campesino del medievo que, engalanado con sus mejores ropas, escucha el coro y la misa del domingo con respeto religioso. Quizá exagere un poco pero no lo haré al decir que hay convenciones en el mundo del teatro que hacen que sea algo un tanto artificial. El personaje de nuestra película, bien consciente del alejamiento de este modo de presentar el teatro, decide plantearlo de modo distinto. Después de sus esfuerzos por intentar ser un "actor" profesional en una escuela, acaba decidiendo que ese mundo en el que quería vivir es un mundo muerto, un mundo en el que la gente no participa, no se ve afectada. La distancia entre el escenario y el público no tiene que ver con un espacio que los separa, sino con las convenciones que alejan la obra del espectador. Molesto por este tipo de convenciones decide hacer algo que cambie ese enfoque: intenta llevar el "teatro" fuera del teatro. Intentará con algunos de sus amigos formar un grupo y hacer pequeñas representaciones en la calle, en un intento de romper todas las normas que el teatro más tradicional impone. En su planteamiento el actor apenas se distingue del espectador.


    Ese espíritu rebelde de los protagonistas de esta película no se debe a un mero "porque sí", sino que tiene una idea de fondo. Para ellos el teatro no es algo que sea un entretenimiento, ni tan siquiera algo que sirva para tener agradables conversaciones en un café. El teatro es, por el contrario, una herramienta "para cambiar el mundo", para "cambiar la vida de la gente". Planteado así, es normal que no piensen tanto en romper las convenciones para acercarse al público como en la actitud que deben mantener con su oficio. En efecto, la película está trufada de reflexiones sobre cuál es el compromiso del actor con el teatro y del rol que debe adoptar. En el caso de nuestros jóvenes, se decantan por hacer teatro de forma amateur, sin remuneración alguna, por puro disfrute. Mantenerse firmes en esa postura será algo que les lleve algún que otro quebradero de cabeza, máxime teniendo en cuenta las dificultades con las que actúan. No son solo económicos sus problemas, también de otro tipo: al actuar en la calle sin permiso siempre los acaban deteniendo y confiscándoles su material. Aquí está uno de los puntos importantes de la película y que evidencia cómo en muchas ocasiones el estado y la burocracia entorpecen actividades artísticas.

   De los personajes de este film no podemos hablar demasiado por dos razones: la primera es que el film está centrado en su actividad artística y sus dificultades en este ámbito; la segunda, que la película tiene el formato del documental, donde vemos los testimonios de los personajes en edad avanzada. Aún así los personajes no están descuidados o por lo menos no el protagonista. Este es un joven terco y obstinado con ideales. De esos ideales es de donde surge el "teatro comprometido" o el teatro documental que propone. Del resto la verdad es que sabemos más bien poco. Simplemente están junto al personaje principal en su periplo. Periplo que, en mi opinión, tiene un final forzado, excesivamente dramatizado.

    Si tuviera que decir qué aporta esta película yo diría que es una pregunta. Una pregunta sobre si nuestras escuelas de interpretación sirven para algo, de si el arte es algo que financiamos verdaderamente, de cuáles son los temas que puede tocar el teatro o el arte comprometido y, también, de las barreras institucionales que imponemos al arte. No soy esteta y nunca me planteo este tipo de preguntas (y en general tampoco me interesan). Sin embargo el film las plantea de forma sugerente y además sabe hilvanar una historia decente, con unas interpretaciones también decentes. Sin parecerme nada del otro mundo puedo decir que me gustó la película.



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