domingo, 1 de junio de 2014

La muerte en los ojos de Jean-Pierre Vernant


    El mito es un símbolo y si no lo es, ejerce su función. Al igual que el símbolo, el mito nos cuenta algo sin desvelarnos todo su sentido. Nos muestra sin mostrar. De ahí que el mito sea susceptible de diversas lecturas y que sea tan rico. Pero no hay que caer en el error de que el mito es algo que sólo se preste a exégesis (incompleta), a traducción (incompleta). Muy por el contrario tiene la capacidad de ofrecer cierta comodidad al hombre: gracias al mito el hombre puede darle sentido al mundo. El hombre sin ciencia no sabe de dónde surgen las cosas ni qué valor darle a estas. De ahí la necesidad del mito: es un relato que permite darle sentido y valor a las cosas del mundo. El mito es un elemento que constituye eso que de forma rimbombante algunos llaman "weltanschaung", una cosmovisión. En esa madeja de ideas a veces imprecisas pero iluminadoras que es la cosmovisión del mito podemos llegar a atisbar el modo en que contemplaban la vida y el mundo civilizaciones alejadas a la nuestra. El objetivo del libro de Vernant no es tan fatigoso como extraer esa "cosmovisión" a través del mito. Vernant tendrá un objetivo más modesto, pero no más fácil: descifrar ciertas figuras de la mitología griega. Para tal tarea hace falta agudeza mental y erudición. El autor tiene ambos. Pertrechado con estas el autor va a arrojar luz sobre distintas figuras que revelan la preocupación de los griegos por "el otro", lo que es distinto a mi.

   Entender mitos es algo complicado que requiere una gran capacidad y el libro de Vernant nos ofrece muchos ejemplos de la habilidad del autor para ello. El caso que quizá más ilustre esa habilidad es cuando retoma cierta historia de Atenea. En dicha historia, Atenea, horrorizada por haber escuchado a Gorgona decide hacer algo para olvidar tan infausto recuerdo. Enfrascada en cuál sería el mejor método decide crear un instrumento musical: la flauta. Mientras hacía estas cosas Atenea, el sátiro Marsias junto a ella le decía: "Estas cosas no son para ti. Coge tus armas, deja la flauta y cierra tu boca". Atenea dejará la flauta pero no por las palabras del sátiro. Como indica Vernant, Atenea dejará tal instrumento porque "ello se debe sin duda a que el instrumento deforma el rostro pero también a que no contribuye en absoluto a perfeccionar la inteligencia. Al impedir que el ejecutante utilice la palabra, se opone a su necesidad de instruirse.Y lo más importante es que el carácter de su música no es ético sino orgiástico". Interpretando una gran diversidad de datos similares a estos, el libro se va a centrar en dos figuras: Artemisa y Gorgo. ¿Qué tienen de especial tales figuras? Pues que las dos, aunque de forma distinta tienen punto de contacto en lo que expresan: el encuentro con lo otro, con lo que no soy yo.

  En el caso de Artemisa lo vemos porque ella es una diosa alejada de lo humano, de la civilización. Ocupada en sus labores de caza se aleja completamente del mundo civilizado, pero no pertenece a lo salvaje. Por el contrario, Artemisa es una figura de transición entre ambos. De ahí que los cazadores invoquen a la diosa cuando a cazar se dirigen. La llamada y la oración a la diosa está motivada porque los hombres, que pertenecen a un mundo civilizado, van a ingresar en un espacio que no les pertenece: el salvaje. De ahí que la oración a Artemisa sea necesaria. No obstante, esta no es la única mediación que atañe a la diosa . Ella también se ocupa de la transición de ciertas etapas de la vida. Artemisa es quien guía a las jóvenes a la edad adulta. La niñez en el mundo antiguo es vista como un estado especial, no completamente racional, y de ahí la necesidad de hacer "ingresar" del estado de niñez al estado adulto, que se caracteriza por la racionalidad, mediante una potencia divina. Examinando estos y otros ejemplos se nos caracteriza la figura de Artemisa como una mediadora, una figura que se sitúa en el umbral y que guía a los humanos de un estado a otro. De esa manera lo que uno es (niñez, por ejemplo) y lo otro (la edad adulta) se dan unión sin conflicto. Lo otro, lo que uno no es se integra en uno mismo. Algo similar ocurre con la figura de Gorgona, menos amable pero que precisamente por ello representa lo otro en su máxima expresión:

    "La cara de Gorgo es una máscara; pero en lugar de colocársela para remediar al dios, basta que la figura te mire a los ojos para reproducir el efecto de máscara. (...) La cara de Gorgo es el otro, tu propio doble, el forastero, la recíproca de tu cara como una imagen en el espejo (ese espejo en el cual los griegos sólo podían mirarse de frente y con la forma de una mera cabeza), pero una imagen que es a la vez más y menos que tú, simple reflejo y realidad del más allá, una imagen que te atrapa porque, en lugar de devolverte la apariencia de tu propio rostro, de refractar tu mirada, representa en su mueca el espantoso terror de una alteridad radical con la cual te identificarás al convertirte en piedra."

    Gorgona al igual que Artemisa son figuras que expresan de forma mitológica el miedo y la unión con todo aquello que no somos, con la alteridad (odio esta palabra), es decir, con el alter ego. Lo otro, distinto a mi supone un reto que haya expresión y resolución en estas figuras según Vernant. Ahora quizá entendamos mejor el subtítulo de la obra: "Figuras del otro en la antigua Grecia"... o quizá no. Referirse a lo otro es referirse a algo muy vago y abstracto, que no se aprehende de forma fácil porque no tiene una forma concreta. Pero precisamente por la dificultad que entrañan esas palabras tan vagas tiene más mérito hacer una exégesis de la mitología detectando la presencia de dicho tema. El libro en consecuencia no es del todo claro, pese a que en ningún momento emplee una forma de expresarse oscura. Simplemente es necesario para entenderlo no descuidarse, cosa que no supondrá un gran reto pues es un texto corto que perfectamente se puede leer como pasatiempo en un día o una tarde. Para interesados en mitología resultará un libro interesante al ser algo más que una mera recopilación de historias de dioses. Este libro tiene un carácter más inquisitivo y ahí radica su valor: en no quedarse en meras historias de rencillas y amor entre dioses.


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