sábado, 2 de enero de 2021

Fragmento de "Historia de Cristo" de Papini

    "Y ya tenemos en acción a un equipo de iluminadores y adornistas del espíritu lanzados a fabricar religiones para el consumo de los irreligiosos. Durante todo el siglo XIX las fueron sacando del horno a pares y a medias docenas. La religión de la Verdad, del Espíritu, del Proletariado, del Héroe, de la Humanidad, de la Patria, del Imperio, de la Razón, de la Belleza, de la Naturaleza, de la Solidaridad, de la Fuerza, de la Acción, de la Paz, del Dolor, de la Piedad, del Yo, del Porvenir y otras por el estilo. Las había que no eran otra cosa que reajustes del Cristianismo sin Dios; aunque, por lo general, se trataba de sistemas políticos y filosóficos que intentaban convertirse en místicas. (...) Entonces se intentó barajar unos facsímiles de religión que tuviesen, en mayor cantidad que aquellas otras, lo que el hombre busca en la religión. Los francmasones, los espiritistas, los teósofos, los ocultistas, los ciencia-cristianos, creyeron haber dado con el sustitutivo del Cristianismo. Pero tales guisados insulsos de supersticiones mohosas y de cabalística agusanada, de simbolismo simiesco y de agrio humanitarismo; tales remiendos toscos del budismo de exportación y del cristianismo fraudulento solo proporcionaron satisfacción a algunos millares (....).

    Afirman que Cristo es el profeta de los débiles cuando, por el contrario, viene a dar fuerzas a los languidecientes y a elevar a los pisoteados por encima de los reyes. Aseguran que es la suya una religión de enfermos y de moribundos, cuando, por el contrario, cura a los dolientes y resucita a los que duermen. Aseguran que va contra la vida, y la realidad es que vence a la muerte; que es el Dios de la tristeza, y la realidad es que exhorta a los suyos a la alegría y promete a sus amigos un festín eterno de gozo. Aseguran que ha traído al mundo la renuncia y la mortificación, y, lejos de eso, mientras perteneció al mundo de los vivos, comía y bebía, se dejaba perfumar los pies y los cabellos, y le causaban enfado los ayunos hipócritas y las penitencias vanidosas. Muchos lo han abandonado porque jamás lo conocieron. A estos, de manera especial, desearía ayudar este libro."


Papini, G., Historia de Cristo, Tomo IV de obras completas, pp.14-29, Aguilar.

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