"Y para aquella consolación que imaginas que puede venir de la poesía, bastará como respuesta lo que Horacio pregunta en apenas dos versos:
'¿Y crees que con estos versos podrás quitarte del corazón las espinas, las cuitas y los afanes?'
Hablando y cantando se alimenta y se aviva el amor, no se extingue ni se mitiga, de modo que los cantos y poemas que recuerdas no curan, sino que irritan tus heridas.
(...) Pero en definitiva, entre tantos remedios son muy pocos los que apruebo: cambiar de casa o de lugar, que, si beneficia al cuerpo, también puede beneficiar al alma enferma; evitar y rehuir con diligencia todo lo que te traiga a la memoria el rostro amado; ocupar y distraer el animo con otros pensamientos y desvelos que borren las huellas de la antigua enfermedad."
pp. 108-109
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