No sé cuántas veces se ha visto estrellarse una historia de novela al adaptarse a otro medio. Los ejemplos son muchos (el más reciente El hobbit). En este caso no se si se ha producido ese choque pero sí desde luego una falta de previsión. Teniendo en cuenta que las novelas vendieron en su tiempo algo más de dos millones de ejemplares quizá deberían haber sido más ambiciosos con el anime. Pero bueno estoy empezando a opinar sin ni siquiera contar el argumento...
Si hay algo que ha preocupado a la política siempre más que cualquier otra cosa es el control ideológico. Esa es su "manera" de intentar mantener el "orden". Novelas como Farenheit 451 nos recuerdan el peligro que conlleva el afán de control de algunos estados. Toshokan sensou retoma esa línea y nos sitúa en un Japón en el que el estado toma medidas para implantar una censura. Para ello se crean cuerpos especiales que dedican todos sus esfuerzos a eliminar aquellos libros y materiales que el estado considere "peligrosos" o dañinos para el orden público. La libertad de expresión es permitida... siempre y cuando diga aquello que no moleste a las autoridades. Ante esta perspectivas aquellos que son partidarios de la defensa de la libertad de expresión se alistan en una especie de ejercito que pretende defender las bibliotecas y los museos de las fuerzas del estado. Hasta ahora puede resultar más o menos creíble... Pero la forma de presentarlo se va haciendo más inconsistente conforme se va desarrollando en los capítulos. Voy a intentar explicarme: este ejército clandestino que reclutan y entrenan las bibliotecas (¿desde cuándo las bibliotecas tienen tanto dinero como para poder armar tropas?) son capaces de resistir ataques del estado... un estado que tiene un ejercito no es capaz de hacerse con unas cuantas bibliotecas y museos. Además de eso siempre que salen escenas de alguna biblioteca aparecen personas por ahí andando y mirando tranquilamente libros. Me pregunto cómo alguien podría ir a pasar la tarde en una biblioteca o un museo cuando es consciente de que en cualquier momento puede ser atacada por el estado. Estos agujeros argumentales supongo que tendrán una explicación en los libros pero desde luego en la serie no se intentan rellenar y esto hace que en ocasiones las situaciones puedan parecer absurdas. Pero más grave que los agujeros argumentales es la brevedad de la serie. Nunca me ha molestado la brevedad de una serie. Todo lo contrario. Siempre he pensado que en muy poco tiempo se puede decir mucho y de mejor forma que de manera extensa... Sin embargo la brevedad a esta serie no le sienta bien. Debido a ello los personajes apenas tienen espacio para desarrollarse y que nos impliquemos con ellos. Sin resultar planos y prototípicos no nos encontramos con personajes verdaderamente llamativos, y esto tiene un gran impacto en la historia. En Kimi ni todoke casi todos esperan que suceda lo que acaba sucediendo pero aquí, por ejemplo, no se siente la misma empatía. A su favor tiene que en Library war la relación de los personajes no resulta empalagosa. Además, la relación de Kasahara, el personaje principal, y el teniente no es muy distinta a la que se puede ver en muchas series... pero tiene algo distinto que la hace ligeramente especial. Quizá sea que al vivir en un régimen de vida casi militar las situaciones que se dan entre ellos sean poco normales y más serias. El resto de personajes no tienen nada destacables, pues apenas aparecen.
Me he dedicado a demoler un poco esta serie pero voy a romper un par de lanzas a su favor. A mi me ha gustado todo: me gustaron los personajes, el dibujo, la historia que cuenta, etc. Podría haberse mejorado mucho y sin duda había materiales para crear una historia seria, pero los responsables del anime parecen no haberse esforzado lo suficiente por dar un producto pulido. Aunque hayan fracasado en muchos puntos me ha quedado un buen recuerdo de la serie y espero ver dentro de poco la película que sacaron.
Mi nota: 4,5
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