Sobre G. Vico (págs 48-49):
"La visión de Vico fue a la sazón tan nueva que durante más de doscientos años después de su formulación permaneció casi inadvertida y, en la época misma en que era enunciada, absolutamente incomprendida. Los tiempos de Vico seguían embarcados en la aventura de la física, y cuanto en el saber no estuviera encaminado al descubrimiento de las regularidades naturales debía parecer ocioso. La obra de Vico, la "Nueva ciencia", aparece en su primera redacción poco menos de un siglo despues de los discursos de Galileo y de Descartes sobre algo que es llamado también la nueva ciencia: la ciencia matemática de la naturaleza. Ahora bien, de estas dos ciencias, sólo a una de ellas, a la ciencia física, le fue explícitamente reconocida la novedad. A la historia, en cambio (o a lo que se entendía entonces por historia), no podía serle reconocida el título de ciencia nueva, no sólo porque, según los hábitos del tiempo, no era nueva, sino también, y muy especialmente, porque no era ciencia. Ciencia se llama durante el siglo XVII y buena parte del XVIII exclusivamente a la física y a todo lo que, como la física, es susceptible de ser expresado en fórmulas matemáticas, de ser sometido a cantidad y medida. Lo verdadero es para aquellos apasionados de la ciencia natural lo que puede ser contado.
Frente a esta persistencia de la limitación de las mejores mentes a los números y las medidas, Vico sostiene una extraña teoría del conocimiento y una todavía más extraña metafísica elaboradas al hilo de una continua oposición al cartesianismo dominante. Para éste, la mente humana es ante todo una sustancia racional, una cosa que piensa; para Vico, en cambio, la mente no es ninguna cosa , porque no posee la razón, sino que se limita a participar de ella. Por eso nos dice paradójicamente Vico que el hombre puede pensar en las cosas, pero no entenderlas. Toda ciencia humana es, en realidad, imitación de la ciencia divina, y como tal parte muy reducida de lo que Dios sabe. Dios lo conoce y lo comprende todo, porque lo ha hecho todo; el hombre conoce y comprende solo algunas cosas, muy pocas, precisamente las que él mismo hace. Las demás las piensa, pero no las entiende. Ahora bien, solo hay dos cosas que el hombre verdaderamente hace: una de ellas es la matemática, la ciencia de lo más abstracto; otra es la historia, el saber de lo más concreto. Solo para ellas hay criterio de verdad absoluta y, por tanto, absoluta y verdadera ciencia. La ciencia es, ante todo, para Vico, al revés que para sus contemporéneos, ciencia de los objetos no físicos, ciencia de la realidad espiritual.
Por eso la historia merece ser llamada nueva ciencia al lado de la vieja ciencia matemática y contra toda pretendida ciencia nueva, contra esa insensatez que representa querer conocer las cosas que no hacemos. Pero como esta historia no es ya amena narración de hechos transcurridos o grave justificación de por qué han pasado, sino imparcial enunciación de leyes y regularidades, el desigual combate de Vico con la física termina con una tregua en donde la propia física acaba imponiéndose a ese caballero andante de la historia. Vico hace, no una teología, ni siquiera, como hoy se dice, una psicología, sino una física de la historia. Lo que Vico pretende es, en efecto, establecer los principios de la "historia ideal eterna" de acuerdo con la cual transcurren las historias particulares; las leyes que rigen y por las cuales se explica la "naturaleza común de las naciones". La nueva ciencia histórica es, pues, también, y en una proporción que su autor no había podido imaginar, una ciencia natural."
Por eso la historia merece ser llamada nueva ciencia al lado de la vieja ciencia matemática y contra toda pretendida ciencia nueva, contra esa insensatez que representa querer conocer las cosas que no hacemos. Pero como esta historia no es ya amena narración de hechos transcurridos o grave justificación de por qué han pasado, sino imparcial enunciación de leyes y regularidades, el desigual combate de Vico con la física termina con una tregua en donde la propia física acaba imponiéndose a ese caballero andante de la historia. Vico hace, no una teología, ni siquiera, como hoy se dice, una psicología, sino una física de la historia. Lo que Vico pretende es, en efecto, establecer los principios de la "historia ideal eterna" de acuerdo con la cual transcurren las historias particulares; las leyes que rigen y por las cuales se explica la "naturaleza común de las naciones". La nueva ciencia histórica es, pues, también, y en una proporción que su autor no había podido imaginar, una ciencia natural."
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