¡Qué frágil es el lenguaje! Una frase mal entendida o mal expresada puede ser el inicio de caóticas discusiones o enfrentamientos. ¿Cuántas veces lo que uno intenta decir acaba completamente cambiado, por torpeza propia o ajena? Los escritores y poetas son los únicos que huyen de las trampas del lenguaje dando armonía a lo dicho y a la intención de lo dicho. Desde la caída de Babel ellos son los más aventajados para hacerse entender de modo veraz. Ellos tenían que ser, sin duda, los primeros maestros de los grandes pueblos de la historia, cuando la ruda ciencia todavía no acertaba a decir nada del mundo.
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