jueves, 3 de noviembre de 2016

Barbagrís

 "Nosotros necesitamos los desastres que nos suceden. Usted y yo hemos pronosticado, de alguna manera, el colapso de la civilización. Somos dos supervivientes de un naufragio. Para nosotros dos, esto significa algo más que la supervivencia... ¡el triunfo! Antes de que llegara el desastre, nosotros lo deseábamo, y por esa razón es un éxito, una victoria para la voluntad. ¡No se asombre tanto! Estoy seguro de que no es usted un hombre que considere los rincones de la mente como un lugar muy saludable. ¿Ha pensado en el mundo don nacimos, en lo que se habría convertido si no hubiera tenido lugar el desastre este desgraciado experimento de la radiación?¿No habría sido un mundo demasiado complejo, demasiado impersonal, para nuestro gusto? (Barbagrís, págs 143-144) 
    J. G. Ballard publicó en 1962 una novela que se ambientaba en la cercanías de Londres que tituló Un mundo sumergido; dos años después aparareció un libro titulado Barbagrís de un Brian Wilson Aldiss. Ambas son novelas de autores de ciencia ficción ingleses. Ambas se ambientaban en un mundo degradado y ominoso, como también ambas discurrían en las zonas aledañas a Londres o el Támesis. Muchos parecidos y una única diferencia: que uno era un mal libro y el otro no.

    Wilson Aldiss se enmarca en la lista de autores que, como Ballard, pretendieron un viraje en el género, una suerte de nueva visión. En sus mundos imaginados, el hombre no iba a ser el hacedor de una raza que formara imperios galácticos, con enormes naves surcando el espacio y rascacielos dorados en mundos prósperos y ricos. La suerte del hombre podía ser muy distinta: podía llegar a caer en desgracia, acosado por algún destino terrible o una propia metedura de pata. Las dos obras señaladas hasta ahora son ejemplos claros. Barbagrís se acerca a una fecha muy cercana a la nuestra pero con un presente más complicado: los juegos torpes de políticos y las tensiones entre las potencias originaron ciertas pruebas de "fuerza". Estas consistieron en el lanzamiento y explosión de diversos misiles que tuvieron el efecto inesperado de alterar la atmósfera. Inundado el ambiente por la radiación, los humanos no tardan mucho en darse cuenta de un efecto secundario: pierden la capacidad de tener hijos. Lo que sucede a esto no es un diluvio de catástrofes que aniquilan cuanto haya en el planeta. La catástrofe no se presenta de modo total, arrasando cuanto haya. Por el contrario, va a apareciendo lenta pero progresivamente. Aunque al principio todo permanezca igual, pasadas unas décadas no queda ninguna de las naciones del presente. Quedan poblados autosuficientes, incomunicados y llenos de ancianos doloridos y supersticioso.

    A tenor de lo dicho arriba comprobamos que los trajes espaciales no tienen lugar en esta novela, como tampoco productos de alta tecnología. La ciencia ficción de este libro es la que muestra el derrumbe, no el avance, del género humano. Desprovistos, poco a poco, de los conocimientos que otrora le otorgaran el dominio natural, los hombres se visten con pieles, cazan animales para comer y recurren a sistemas autárquicos. Nada queda de la moderna economía ni de sus productos, convertidos en el libro en reliquias de un mundo pasado. El comercio da paso al trueque y los hombres, más que sentirse seguros en sus zonas de confort, se sienten amenazados por la presencia cada vez más amenazante, aunque sigilosa, de la naturaleza.

    El modo en que se muestra todo esto no es de manera grandilocuente, sino a través de hechos que llegan a ser cotidianos: tener un reno se considera poseer un tesoro, un sesentón es considerado "joven", ante la carencia de lujos y de acicalamiento la barba es un signo de persona cuidada... Pero la decadencia también tiene lugar en forma de grandes eventos causada por la torpeza del militarismo obtuso o las enfermedades que acompañan siempre los momentos críticos. Ambas cosas las vivirá Algernon Timberlaine, protagonista de la novela, y nos las mostrara a través de viajes introspectivos a su mundo interior.  El viaje por el Támesis junto a su mujer y dos conocidos dará ocasión a las incursiones en su mente. Quiero destacar este último dato como algo relevante porque la estructura de la novela es peculiar. Podemos decir que en la novela tenemos dos líneas de desarrollo, contrapuestas, pero que acaban conciliándose: una nos lleva desde el presente hasta el pasado y la otra desde el presente a lo que va ocurriendo. Ambas confluyen en el punto final, en el último momento de la novela, dando como resultado un personaje bien trazado, que da cuenta de su mundo cercano, de lo que ha pasado, de las aspiraciones que tiene o tuvo... Gracias a esta estructura, felizmente llevada, la novela resulta efectiva haciendo que el lector sienta la melancolía y la nostalgia que inspira un mundo tan poco agradable... Pese a lo esperado, la novela cierra con una nota de esperanza.

  Todavía me hallo cavilando las razones por las que la obra no se ha vuelto a editar, pues ni estamos ante una obra menor, ni ante un relato mal construído. Barbagrís es por derecho propio un libro bueno, una sólida narración que nos brinda un mundo rico en matices y que nos habla de la condición humana en situaciones desafortunadas.



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