viernes, 31 de marzo de 2017

"Dionisio areopagita" de María Toscano y Germán Ancochea


   La historia es muchas veces caprichosa y nos hace llegar lo que le apetece. Esto se aplica sobre todo a los textos y autores antiguos, que unas veces son bien conservados, comentados y traducidos y, otras veces, sufren el olvido y hasta la desaparición completa. Hay ocasiones especiales en que poseemos un texto pero no tenemos ni idea de quién lo escribió ni cuándo. Eso es justamente lo que pasa con un conjunto de escritos atribuidos erróneamente a Dionisio Areopagita. 

   Fue aquel un converso seducido por San Pablo, mártir en Atenas. Pero su nombre se conoce más por la persona que se hizo pasar por él y que escribió una serie de escritos con su nombre. De esos textos y de su autor solo se sabe que debieron ser escritos sobre el s. V d. C y por alguien que se hizo pasar por el mencionado mártir. Nada más sabemos. Solo nos ha quedado un corpus junto con su mensaje. Entre sus páginas se entremezcla la filosofía y la religión, siendo de los primeros escritos que consiguen insertar, de forma eficiente, cierta especulación neoplatónica con las Escrituras. El resultado fue muy fructífero ya que proveyó al medievo de una fuente para su cosmología, pero también de unas orientaciones de pensamiento que se desarrollarían ricamente en la cultura filosófica del medievo. La mística, también, le deberá mucho a este autor anónimo.


    El innomido griego al que llamamos falso Areopagita (Pseudo Dionisio) desarrolló elementos que ya estaban presentes en su tiempo, solo que en el contexto de la exégesis bíblica... Las conclusiones a las que llega serán rotundas y hallarán ecos lejanos en la cultura europea, religiosa y laica. Los elementos presentes que manejaba eran propios de Plotino y Proclo, continuadores tardíos de las enseñanzas de Platón. Este, que no sistematizó su pensamiento, sino que lo dejó en una serie de diálogos, no ofreció una visión de conjunto como sí aportarían sus continuadores tardíos. En el contexto de la cristianización del imperio romano el pensamiento cristiano se acerca al neoplatonismo, encontrando un vocabulario y un marco conceptual que le servirá para dar el salto de un discurso meramente religioso a uno discursivo y filosófico. Pseudo Dioniso hace una aportación decisiva en la juntura de ambas corrientes, acercándolas y fundiéndolas en un molde exitoso.

   Los neoplatónicos en sus estudios metafísicos llegaron a la conclusión de que el ser es producto de un principio distinto, que es no-ser. Los inicios de esa tesis tan poco obvia en un principio, se hallan en los discusiones que Platón desarrolla en sus Diálogos, especialmente en La república. Platón llamó a dicho principio idea del Bien. Concluyó que el Bien era el principio de las formas (ideas) y que se diferenciaba de ellas por no ser "ser". Consecuente al principio de Parménides de que lo que "es" puede conocerse, acaba postulando que la forma del Bien, puesto que no es, tampoco puede conocerse. La estructura metafísica, por lo tanto, quedaba dispuesta por un principio incognoscible y del que nada sabíamos. Sobre la base de esto trabajarían los platónicos posteriores y los padres de la iglesia que se sintieron atraídos por estas elucubraciones metafísicas. Pseudo Dionisio no dudó en reconocer, con su mirada cristiana, a Dios donde los platónicos mencionaban el principio del ser. Sobre esta reformulación de los materiales heredados elabora escritos sobre la base de que Dios es incognoscible, innombrable y que no se le puede pensar de ningún modo. Surge así lo que ha venido a llamarse teología negativa: la idea de que más que conocer a Dios por lo que es, se le conoce por lo que no es. Tan solo se le puede aludir de forma negativa: "no es esto...; no es aquello...; tampoco es esto otro...".

   El libro de María Toscano y Germán Ancochea pretende rellenar un hueco en la bibliografía moderna en la que está ausente, por lo general, las preocupaciones sobre el Pseudo Dionisio y su impacto en la cultura. El intento se agradece, aunque el texto muestra carencias importantes tanto en estructura como en contenido. Sobre la estructura solo hay un problema: el libro está hábilmente dispuesto para decir muy poco del pensamiento de este autor. Me explico: de sus doscientas páginas se emplean las 115 primeras para tratar la vida, el contexto y el resumen de algunas obras de Pseudo Dionisio. Además, luego hay otras 20 páginas (págs. 177-205) en las que se trata de algunas obras y autores influidos por el Areopagita. El resultado es que apenas dedica sesenta páginas al pensamiento de este pensador antiguo donde, sinceramente, se dicen generalidades. Aquí es donde entra la segunda carencia: el contenido. Ambas carencias están claramente entrelazadas, pues si no dejas espacio para hablar del tema que te dispones tratar es normal que luego solo tengas tiempo de decir generalidades. Además el libro muestra un poso de manuales, que no es malo per se, pero sí en este caso. Da la impresión de que es el resumen de muchos libros, el resultado de un estudiante avanzado en la materia, más que el de un especialista. Quizá esto se deje ver bastante en alguna parte, como cuando habla de las relaciones entre Sto. Tomás y Pseudo Dionisio, donde se alude a estudios modernos, pero en ningún momento se alude a la obra del propio Tomás de Aquino. No hay que juzgar el todo por la parte, pero es que esta parte se evidencia en otras partes. En conjunto me ha parecido un libro pobre.

   


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