viernes, 14 de diciembre de 2012

La paradoja del primitivo


    Félix de Azúa es un autor que había escuchado en alguna ocasión e incluso una vez empecé a leer su "Diccionario de las artes"... Libro que no terminé a pesar de que en muchas ocasiones te reías con su sentido del humor. Algo me decía que no estaba preparado: me encontraba en muchos lugares del libro donde se notaba que había una broma, pero no era capaz de pillarlas en ocasiones. Así que al final decidí dejarlo en mi estantería y no cogerlo hasta que pasaran años. Su nombre se fue haciendo cada vez más lejano y en rara ocasión me venía a la mente. Eso cambió hace poco, cuando encontré este libro suyo en una estantería cubierta de polvo de una biblioteca. Lo abrí por curiosidad y empecé a leerlo. Rápidamente me di cuenta de que el tono era muy distinto al del otro libro que he mencionado. Era normal porque era su tesis y trataba sobre Diderot. Me hizo falta poco tiempo para darme cuenta de que podía ser un libro del que aprender y... ciertamente no me equivoqué. El autor ayuda a eso ya que en la misma introducción viene decirnos: "os voy a decir de qué hablo y si no os interesa lo que hay aquí no paséis ni una página más". Leyendo esa parte ya supe que había que leerlo porque su interpretación de Diderot era muy interesante: el gran enciclopedista siempre se manejaba entre dos terrenos contradictorios sobre los que tendía puentes para crear una contradicción que nos revelaba a un Diderot moderno y al mismo tiempo clásico. Esa actitud la manejaba incluso en su propia vida: crítico de la nobleza y sus privilegios pero patrocinado por Catalina de Rusia.

   ¿Por qué tiene como título "La paradoja del primitivo"? La paradoja nos remite a esa contradicción de Diderot... pero y ¿lo del primitivo? ¿a qué nos remite? Uno cuando lee la palabra salvaje piensa instintivamente en Rousseau o en aquellos cuadros de Gauguin que retrataban primitivos tranquilos y alejados de los países industrializados... Pero no a Diderot (por lo menos a aquellos que no estamos familiarizados con su pensamiento). El libro nos va desgranando diversos aspectos del pensador ilustrado hasta llegar a uno que responde a la pregunta anterior: lo primitivo nos indica un nuevo tipo de artista y nuevo tipo de arte. Decir "nuevo" quizá no sea adecuado: siempre ha habido artistas "primitivo". Lo que Diderot hace, según Azúa, es explicar aquello que el artista nos ofrece. Saber si la obra que nos presenta es buena o mala es algo que podemos conocer observando qué criterios ha manejado el artista para mostrarnos o "traducirnos" (como dice Azúa) la naturaleza. La labor del pintor es esta y no otra: acercarnos a la naturaleza. Lo que quiere decir con esto y cómo debe hacerse es algo que se nos explica muy bien en el libro. Diderot era un materialista, es decir, no creía que hubiese un Dios que todo lo ha dispuesto. Tampoco creía que hubiera algo distinto de él que ejerciera esa función. La figura del Creador pierde por completo el sentido. Lo que verdaderamente es el fundamento de todo lo que ocurre en la realidad no es sino la materia. Ella misma puede pasar de la materia inerte a la materia viva sin necesidad de "algo" que opere ese cambio. Lo que le va a preocupar a Diderot es cómo llevar eso al campo de lo artístico, es decir, cómo se produce eso que llamamos "genio artístico" y cómo puede hacer obras excelsas.

    Partimos de la materia (como buen materialista) al decir que la fisiología determina el carácter y las obras. Esto se produce en un continuo contacto con el mundo. El conjunto de percepciones que tenemos del mundo nos van dando una idea de la "naturaleza". Cuando la materia se dispone de tal modo en un individuo que hace que este se convierta en un genio artístico (fisiológicamente) y las experiencias que ha tenido las va ordenando, entonces es cuando este puede hacer obras excelsas, "naturales", "primitivas". La característica de este artista es que no sigue normas o reglas (como tanto se había defendido en Francia), él las crea. No acata una autoridad que no sea él mismo ni acepta las convenciones en que le vienen dadas las "normas" del arte.
"Las costumbres nos tienen cautivos ¿surge un hombre con una chispa de genio?¿Produce alguna obra? Al principio impresiona y divide a los ingenios; poco a poco los hace coincidir coincidir; los modelos se multiplican, se acumulan las observaciones, se establecen las reglas."

   El genio es el que rompe el transcurso tranquilo de las costumbres y de las normas del arte, imponiendo el suyo propio hasta que otro genio con mano tiránico derrumbe el de aquel. Así es como se asegura una constante renovación en la que cada cual con su impresiones de la naturaleza renueva el ciclo creativo del arte. Este artista es el primitivo: el indisciplinado, el que no acata lo impuesto.  
"Cuanto más civilizado y educado es un pueblo, menos poéticas son sus costumbres; se debilita al suavizarse. ¿Cuándo preparará la naturaleza modelos para el arte? Cuando los hijos se arrancan los cabellos junto al lecho de un padre moribundo; o los dioses, sedientos de sangre humana, solo se aplacan con sus derramamientos; o las vacantes, blandiendo el tirso, se pierden en los bosques e inspiran pavor al profano.

No digo que estas costumbres sean buenas, sino que son poéticas.

¿Qué necesita el poeta? ¿Una naturaleza en bruto o cultivada, apacible o tumultuosa? ¿Ha de preferir la belleza de un día nítido al horror de una noche lóbrega?

La poesía requiere algo grandioso, bárbaro y salvaje.

Cuando el furor de la guerra civil o del fanatismo arma a los hombres con puñales y la sangre corre a raudales sobre la tierra, entonces el laurel de Apolo se conmueve y reverdece.”


  Hay abismos en todo lo que he dicho y rellenarlos necesitará que el interesado lea el libro de Azúa, que desde aquí recomiendo. Lo que expone no es solo atractivo sino que además lo intercala con citas de Diderot (como las que he puesto), embelleciendo el libro. Desde luego sirve para ver con mayor amplitud el pensamiento de Diderot y las deudas intelectuales que tenía con otros pensadores, mostrándonos a un Diderot abierto y polifacético, además de al gran crítico de arte de la emperatriz Catalina. Es una pena que este libro esté agotado. Las editoriales deberían rescatarlo para ofrecerlo al público interesado.
    






1 comentario:

  1. Lo pongo en mi lista.
    Precisamente es un asunto que ultimamente me viene interesando mucho!, me viene como anillo al dedo.

    Por otro lado, lástima que no haya una entrada sobre "Una odisea del espíritu alemán", libro estupendo y tan sobresaliente como los que se suelen comentar en este blog!

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