miércoles, 5 de octubre de 2016

Sobre el progreso en los antiguos y algunos más modernos

     Boccaccio en su Genealogia deorum señalaba que el arte y la técnica solo pudo desarrollarse entre los hombres merced al descubrimiento del fuego. Descubrimiento este que está ligado a Vulcano. Tras ese don que es concedido a los hombres, nacerá el lenguaje de forma gradual. Primero los hombres señalarían el fuego con gestos y de ahí pasarían al empleo de sílabas. Sería cuestión de tiempo que de estos sonidos inarticulados pasaran a fórmulas más complejas, a los lenguajes ordenados.

   Esta teoría sobre el desarrollo humano que expone el literato italianos del s. XIV es deudora de ciertos comentarios que hiciera un tal Servio a Virgilio pero, evidentemente, no podía conservarse de tal modo. El pensador cristiano disculpa al pagano Virgilio diciendo que es Adán quien dio realmente el nombre a las cosas. Poca importaba esto pues lo que estas ideas expresan es la pervivencia de ciertos pensamientos de la antigüedad que creyeron y expusieron Lucrecio, Vitruvio y otros. Estos pensadores, en palabras de Panofsky
 "imaginan el avance de la humanidad como un proceso completamente natural, debido exclusivamente a los dones innatos de la raza humana, cuya civilización empezó con el descubrimiento del fuego, explicando cualquier clase de desarrollo posterior de una forma perfectamente lógica." (Estudios sobre iconología, p. 52)
    A estas ideas les pondría imagen un pintor del Renacimiento: Piero di Cosimo. En uno de sus cuadros (justo el de debajo) aparecen en el lado derecho, al fondo, cuatro hombres trabajando en el armazón de una casa con troncos bastos, justo como Vitruvio pensaba que serían al principio de la civilización. En la parte izquierda encontramos a Vulcano con la pierna rígida y delgada, junto a un yunque, dando forma a una herradura. Tras el fuego se halla Eolo y, en el centro, una figura algo encogida que simboliza la aurora o el inicio de la civilización.

Vulcano y Eolo como maestros de la humanidad
    El despertar de la civilización halla representación pictórica no solo en este cuadro, sino también en otros del mismo pintor. El mito de Prometeo sería un ejemplo. En esta pintura, algo posterior a la anterior, podemos observar cambios patentes en las figuras humanas que integran el cuadro: representan un grado de desarrollo más avanzado en la sociedad humana. Este cambio representativo de los hombres con un dios (Prometeo) o con otro (Vulcano) halla de nuevo explicación gracias al Genealogia deorum de Boccaccio. El poeta distingía dos tipos de fuego: uno que corresponde a Vulcano y otro que es propio de Prometeo. Mientras que el primero está ligado a la resolución de problemas técnicos o prácticos (contrucciones, industrias y artes), el fuego de Prometeo tiene una mayor relación con las tareas intelectuales y discursivas.

El mito de Prometeo

    ¿Qué ocurriría antes de que el fuego de Vulcano o el de Prometeo alumbrara a los desvalidos hombres sin don o habilidad alguna? Tal cosa se planteó Piero di Cosimo en las tres tablas tituladas La vida humana y la edad de piedra. Aquí, los hombres, sin auxilio de fuego alguno son presentados desnudos y sin herramienta alguna con la que procurarse las mejoras que acompaña la civilización. En las tres tablas aparecen, invariablemente, un fuego abrasador del que huyen hombres y bestias por igual. Este es el mismo fuego que estaba en la imaginación de Plinio, Vitruvio o Lucrecio cuando imaginaban el inicio en el que el hombre domina (o empieza a dominar) las artes. Según Panofsky, todos los relatos antiguos y modernos que tomaban esta historia de Vulcano y Prometeo concordaban en distinguir tres momentos claros del desarrollo humano: "ante Vulcanum", "sub Vulcano" y "sub Prometheo". Las tres tablas se centrarían en la primera fase; Vulcano y Eolo como maestros de la humanidad se ubicarían en el segundo período. El hecho de que no haya elegido un cuadro ambientado en el tercer momento de la historia no es casual:

    "Como Lucrecio, Piero concebía la evolución humana como un proceso debido a las dificultades y talentos innatos de la especie. Y para simbolizar estas facultades y talentos, así como las fuerzas universales de la naturaleza, sus cuadros glorifican a los dioses y semidioses paganos que no eran creadores como el bíblico Jehová, sino que simbolizaban y revelaban los principios naturales indispensables para el progreso humano. Pero, como Lucrecio, Piero era tristemente consciente de los peligros que comportaba este desarrollo. Simpatizaba cordialmente con el ascenso de la humanidad más allá de las bestiales rudezas de la edad de piedra, pero lamentaba cualquier paso más allá de la época sencilla que podríamos llamar el reinado de Vulcano y Dionisos" (Estudios sobre iconología, p.75).

    Como vemos, para Piero apartarse en exceso de la vida primitiva conlleva riesgos... Pero más allá de sus naturales reservas (con las que muchos hoy estarían de acuerdo) todos estos datos atestiguan que había confianza en las fuerzas ínsitas al hombre, que le permiten enseñorearse de cuanto le rodea... Idea esta que haría fortuna durante el Renacimiento y muy posteriormente.


Bibliografía:

    -Panofsky, Erwin, Estudios sobre iconología, Alianza, Madrid 2008.

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