sábado, 23 de mayo de 2020

Éaco en la mitología griega

Éaco: el más piadoso de todos los griegos, es hijo de Zeus y de la ninfa de Egina, hija del rey de Asopo. Había nacido en la isla Enone, que, del nombre de su madre, fue llamada más tarde Egina. Por entonces, dicha isla estaba desierta. Deseoso de tener compañeros, así como un pueblo sobre el cual reinar, Éaco pidió a Zeus que transformase en hombres las hormigas, numerosísimas en la isla. Zeus accedió a ello, y Éaco dio al pueblo así creado el nombre de Mirmidones (que significa hormigas).
   Éaco se casó luego con la hija de Escirón, Endeis, de la cual tuvo dos hijos, Telamón y Peleo. Sin embargo algunos autores -y esta parece ser la fase más antigua de la leyenda- no conocen ningún parentesco entre Telamón y Peleo, y tienen sólo a éste por hijo de Éaco.
   Luego Éaco se unió a la hija de Nereo, Psámate, de la cual tuvo un hijo, Foco. Para escapar a su amor, Psámate, que, como la mayoría de las divinidades marinas y fluviales poseía el don de metamorfosearse, se había transformado en foca; pero de nada le valió la treta, y el hijo que concibió recibió el nombre de Foco, en recuerdo de la metamorfosis de la madre. Este hijo sobresalía en los juegos atléticos, lo cual excitó los celos de sus dos hermanos Peleo y Telamón, hasta el punto de que lo mataron: Telamón se las arregló para disparar un disco de manera que diese en la cabeza a Foco y lo mató. Con la ayuda de Peleo, Telamón enterró su cadáver en un bosque; pero al ser descubierto el crimen, Éaco desterró a sus dos hijos de Egina.
   La reputación de piedad y justicia de que gozaba Éaco -fundamentada seguramente en el severo juicio formulado contra sus hijos-, le valió ser elegido para dirigir a Zeus una solemne plegaria en nombre de todos los griegos, en ocasión de un período de esterilidad que se abatió sobre los campos del país. Esta esterilidad se debía a la cólera de Zeus, irritado contra Pélope, rey de Arcadia, que había despedazado miembro a miembro a su enemigo Estinfalo, y dispersado su cuerpo. Éaco consiguió aplacar a Zeus.
   Después de su muerte, Éaco pasa por ser el que juzgaba en los infiernos a las almas de los muertos. Pero esta creencia es relativamente reciente: no la conoce Homero, que no sitúa en el infierno más juez que Radamantis. Platón es el primero en mencionar a Éaco.
   Otra leyenda relativa a Éaco cuenta que participó en la construcción de la muralla de Troya, junto con Apolo y Posidón. Cuando la muralla estuvo levantada, tres serpientes se lanzaron contra ella. Dos, que se acercaron a la parte construida por los dioses, cayeron muertas, pero la tercera logró franquear la parte que era obra del mortal. Apolo interpretó el presagio: Troya -dijo- sería tomada dos veces: la primera, por un hijo de Éaco -fue la primera conquista de la ciudad por Heracles, con el cual combatían Peleo y Telamón-, y la segunda, tres generaciones más tarde por Neoptólemo, biznieto de Éaco  e hijo de Aquiles.


Fuente: Diccionario de mitología de Pierre Grimal

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