viernes, 30 de diciembre de 2022

Fragmento de "El ojo en la mitología" de Juan Eduardo Cirlot

     "Sea como fuere, la cuestión es que abundan en extremo las noticias sobre ese conturbador poder de la mirada (...), que algunos seres poseerían incluso contra su voluntad y conocimiento. Es evidente que esta idea se relaciona con la de la acumulación del poder impersonal en determinados objetos, propia de todo animismo. El romano Plinio cuenta en su Historia natural que cerca de las fuentes del Nilo habitaba un animal llamado catoblepas, cuya mirada mataba instantáneamente. (...) El precepto de que lo semejante se cura con lo semejante tiene aquí su más exacta aplicación. Fenicios, sirios, etruscos y cartagineses utilizaban los apotropeos en diversidad de objetos, amuletos, exvotos y talismanes. En Grecia y Roma se llegaron a elaborar teorías para explicar, con relativa ciencia, la naturaleza del fenómeno, que se atribuía a la emanación de imágenes activas, independizadas de su fuente virtual y capaces para obtener efectos a distancia. Según Elworthy, los adornos de los guerreros en el combate, en yelmos, corazas y escudos, no tenían otro objeto sino atraer hacia ellos el aojamiento del enemigo e impedirle así causar un doble daño al que los afrontaba. Vemos en esta teoría cómo un hecho que constituye una profunda verdad psicológica sirve de fundamento a la superstición, pues, realmente, pudo disminuir bastante la agresividad de algunos combatientes por el efecto de la distracción generado por las armas, motes, y divisas del contrario. La elegancia en el vestir, consecuentemente, sería un medio de los tímidos o poseídos de sentimiento de inferioridad para desviar la atención del oponente a su persona, dirigiéndola hacia el traje y el adorno."


Fragmento de "El ojo en la mitología" de Juan Eduardo Cirlot, p. 58., Huerga y Fierro Editores. 

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