miércoles, 25 de noviembre de 2020

Fragmento de "La montaña de los siete círculos"

 En su momento hice una promesa en una reseña antigua. Puesto que ya no hago reseñas la cumplo parcialmente. Dejo el link del libro que comenté AQUÍ

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   "¿Cómo pudo ser que, habiéndose reunido las heces del mundo en la Europa occidental, habiéndose mezclado el godo, el franco, el normando y el lombardo con la podredumbre de la vieja Roma para formar un mosaico de razas híbridas, todas ellas notables por la ferocidad, el odio, la estupidez, la insidia, la codicia y la brutalidad... cómo pudo suceder que, de todo esto, salieran el canto gregoriano, los monasterios y las catedrales, los poemas de Prudencio, los comentarios e historias de Bede, las Moralia de Greforio Magno, la Ciudad de Dios de San Agustín, los sermones sobre los Cánticos de San Bernardo, la poesía de Caedmon y Cynewulfy, Lagland y Dante, la Summa de Santo Tomás y la Oxionense de Duns Scoto? (P. 33)

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   Cuando pude un día descubrir la clave de Blake, en su rebelión contra el literalismo y naturalismo en el arte, vi que su Libros proféticos y sus demás versos sueltos representaban una rebelión contra el naturalismo en el orden moral también.

   ¡Qué revelación fue esa! Pues a los dieciséis años me había imaginado que Blake, como los otros románticos, glorificaba la pasión, la energía natural por sí mismas. ¡Lejos de eso! Lo que glorificaba él era la transfiguración del amor natural del hombre, sus facultades naturales, en los fuegos purificadores de la experiencia mística, y que, implica una purificación ardua y total, por la fe, el amor y el deseo, lejos de todo el materialismo mezquino, lugar común e ideales terrenales de sus amigos racionalistas.

   Blake, en su arrolladora lógica, había desplegado una perspicacia moral que acababa con todas las falsas distinciones de una moralidad mundana e interesada. Por eso veía él que, en la legislación de los hombres, algunos males habían de ser condenados;  y las normas del orgullo o codicia se habían establecido en el tribunal para pronunciar una acusación abrumadora e inhumana contra todos los esfuerzos sanos normales de la naturaleza humana. El amor estaba fuera de la ley (...).

    Yo, que siempre había sido antinaturalista en el arte, había sido un naturalista puro en el orden moral. No es raro que mi alma estuviera enferma y desgarrada; pero ahora la herida sangrante se cicatrizaba (...).

 (P. 207)


domingo, 22 de noviembre de 2020

"La última noche del mundo" de Ray Brabdury

 ¿Qué harías si supieras que esta es la última noche del mundo?

–¿Qué haría? ¿Lo dices en serio?
–Sí, en serio.
–No sé. No lo he pensado.
El hombre se sirvió un poco más de café. En el fondo del vestíbulo las niñas jugaban sobre la alfombra con unos cubos de madera, bajo la luz de las lámparas verdes. En el aire de la tarde había un suave y limpio olor a café tostado.
–Bueno, será mejor que empieces a pensarlo.
–¡No lo dirás en serio!
El hombre asintió.
–¿Una guerra?
El hombre negó con la cabeza.
–¿Ni la bomba atómica o la de hidrógeno?
–No.
–¿Una guerra bacteriológica?
–Nada de eso –dijo el hombre, revolviendo suavemente el café–. Solo, digamos, un libro que se cierra.
–Creo que no entiendo.
–No. Ni yo, para serte sincero. Solo es un presentimiento. A veces me asusta. A veces no siento ningún miedo, solo una cierta paz –miró a las niñas y los cabellos amarillos que brillaban a la luz de la lámpara–. No te lo he dicho. Ocurrió por vez primera hace cuatro noches.
–¿Qué?
–Un sueño. Soñé que todo iba a terminar. Me lo decía una voz. Una voz irreconocible, pero una voz de todos modos. Y me decía que todo iba a detenerse en la Tierra. No pensé mucho en ese sueño al día siguiente, pero fui a la oficina y a media tarde sorprendí a Stan Willis mirando por la ventana, y le pregunté: “¿Qué piensas, Stan?”, y él me dijo: “Tuve un sueño anoche”. Antes de que me lo contara yo ya sabía qué sueño era ese. Podía habérselo dicho. Pero dejé que me lo contara.
–¿Era el mismo sueño?
–Idéntico. Le dije a Stan que yo había soñado lo mismo. No pareció sorprenderse. Al contrario, se tranquilizó. Luego nos pusimos a pasear por la oficina, sin darnos cuenta. No fue planeado. Caminamos por nuestra cuenta, cada uno por su lado, y en todas partes vimos gentes con los ojos clavados en los escritorios o que se observaban las manos o que miraban la calle. Hablé con algunos. Stan hizo lo mismo.
–¿Y todos habían soñado?
–Todos. El mismo sueño, exactamente.
–¿Crees que será cierto?
–Sí, nunca he estado más seguro.
–¿Y para cuándo terminará? El mundo, quiero decir.
–Para nosotros, en algún momento durante la noche. A medida que la noche vaya avanzando alrededor del mundo, llegará el fin también para el resto. Tardará veinticuatro horas.
Durante un rato no tocaron el café. Luego levantaron lentamente las tazas y bebieron mirándose a los ojos.
–¿Merecemos esto? –preguntó la mujer.
–No se trata de merecerlo o no. Es así, simplemente. Tú misma no has tratado de negarlo. ¿Por qué?
–Creo tener una razón.
–¿La que tenían todos los demás en la oficina?
La mujer asintió.
–No quise decirte nada. Fue anoche. Y hoy las vecinas hablaban de eso entre ellas. Todas soñaron lo mismo. Pensé que era solo una coincidencia –la mujer levantó de la mesa el diario de la tarde–. Los periódicos no dicen nada.
–Todo el mundo lo sabe. No es necesario –el hombre se reclinó en su silla mirándola–. ¿Tienes miedo?
–No. Siempre he pensado que tendría mucho miedo, pero no.
–¿Dónde está ese instinto de autoconservación del que tanto se habla?
–No lo sé. Nadie se exalta demasiado cuando todo es lógico. Y esto es lógico. De acuerdo con nuestras vidas, no podía pasar otra cosa.
–No hemos sido tan malos, ¿no es cierto?
–No, pero tampoco demasiado buenos. Me parece que es eso. No hemos sido casi nada, excepto nosotros mismos, mientras que casi todos los demás han sido muchas cosas, muchas cosas abominables.
En el vestíbulo, las niñas se reían.
–Siempre creí que cuando esto ocurriera la gente comenzaría a gritar en las calles.
–Pues no. La gente no grita ante la realidad de las cosas.
–¿Sabes?, te perderé a ti y a las chicas. Nunca me ha gustado la ciudad ni mi trabajo ni nada, excepto ustedes tres. No me faltará nada más. Salvo, quizás, los cambios de tiempo, y un vaso de agua helada cuando hace calor, y el sueño. ¿Cómo podemos estar aquí, sentados, hablando de este modo?
–No se puede hacer otra cosa.
–Claro, de lo contrario estaríamos haciéndolo. Me imagino que hoy, por primera vez en la historia del mundo, todos saben qué van a hacer de noche.
–Me pregunto, sin embargo, qué harán los otros, esta tarde, y durante las próximas horas.
–Ir al teatro, escuchar la radio, mirar la televisión, jugar a las cartas, acostar a los niños, acostarse. Como siempre.
–En cierto modo, podemos estar orgullosos de eso… como siempre.
El hombre permaneció inmóvil durante un rato y al fin se sirvió otro café.
–¿Por qué crees que será esta noche?
–Porque sí.
–¿Por qué no en otra noche del siglo pasado, o de hace cinco siglos o diez?
–Quizá porque nunca fue 19 de octubre de 2069, y ahora sí. Quizá porque esa fecha significa más que ninguna otra. Quizá porque este año las cosas son como son, en todo el mundo, y por eso es el fin.
–Hay bombarderos que esta noche estarán cumpliendo su vuelo de ida y vuelta a través del océano y que nunca llegarán a tierra.
–Eso también lo explica, en parte.
–Bueno –dijo el hombre incorporándose–, ¿qué hacemos ahora? ¿Lavamos los platos?
Lavaron los platos, y los apilaron con un cuidado especial. A las ocho y media acostaron a las niñas y les dieron el beso de buenas noches y apagaron las luces del cuarto y entornaron la puerta.
–No sé… –dijo el marido al salir del dormitorio, mirando hacia atrás, con la pipa entre los labios.
–¿Qué? –¿Cerraremos la puerta del todo, o la dejaremos así, entornada, para que entre un poco de luz?
–¿Lo sabrán también las chicas?
–No, naturalmente que no.
El hombre y la mujer se sentaron y leyeron los periódicos y hablaron y escucharon un poco de música, y luego observaron juntos las brasas de la chimenea mientras el reloj daba las diez y media y las once y las once y media. Pensaron en las otras gentes del mundo, que también habían pasado la velada cada uno a su modo.
–Bueno –dijo el hombre al fin.
Besó a su mujer durante un rato.
–Nos hemos llevado bien, después de todo –dijo la mujer.
–¿Tienes ganas de llorar? –le preguntó el hombre.
–Creo que no.
Recorrieron la casa y apagaron las luces y entraron en el dormitorio. Se desvistieron en la fresca oscuridad de la noche y retiraron las colchas.
–Las sábanas son tan limpias y frescas…
–Estoy cansada.
–Todos estamos cansados.
Se metieron en la cama.
–Un momento –dijo la mujer.
El hombre oyó que su mujer se levantaba y entraba en la cocina. Un momento después estaba de vuelta.
–Me había olvidado de cerrar los grifos.
Había ahí algo tan cómico que el hombre tuvo que reírse.
La mujer también se rió. Sí, lo que había hecho era cómico de veras. Al fin dejaron de reírse, y se tendieron inmóviles en el fresco lecho nocturno, tomados de la mano y con las cabezas muy juntas.
–Buenas noches –dijo el hombre después de un rato.
–Buenas noches –dijo la mujer.


Ray Brabdury rodeado de libros
Ray Brabdury rodeado de libros


lunes, 2 de noviembre de 2020

Fragmento del "Intérprete de los deseos" (Taryuman Al-Aswaq) de Ibn Arabí

 Mi lugar amado 


Tras Medina, mis lugares más amados en esta tierra de Dios, son Bagdad, La Meca y Jerusalén.

¡Cómo no iba a querer a la Ciudad de la paz, si tengo a un imam, guía de mi credo, de mi fe y de mi razón!

Allí habita una hija de Persia, de sutiles gestos y lánguidos ojos.

Al saludar resucita a quien con la mirada mató, y con su belleza y generosidad los mejores regalos concede.

Miniatura del Cosmos islámico. Siglo XV



lunes, 19 de octubre de 2020

Fragmento de "La metafísica esclarecida", de Maurizio Calvesi

    "De todos modos, hay un cuadro del mismo Carrà de 1917, La musa metafísica, que parece confirmar también, por otro camino, el interés de éste por La ciencia nueva. Me refiero a la 'pintura propuesta para el frontispicio que sirve de introducción a la obra', de la que Vico da una extensa explicación. Se trata, como se sabe, de un grabado, abarrotado de jeroglíficos y de figuras alegóricas. 'La metafísica', bajo la forma de una mujer de aladas sienes, se apoya sobre un globo ('el mundo físico o natural'), que se sostiene a su vez en una sola parte de un altar ('porque el mundo civil empezó en todos los pueblos con las religiones'). Sobre el altar hay 'un cayado, o verga, con la que los augures cogían los augurios y observaban los auspicios; el cual quiere dar a entender la adivinación'; también hay agua contenida en un cantarillo (con relación a los sacrificios), fuego y una antorcha encendida (los matrimonios). Al pie del altar, 'una urna de cenizas' (la sepultura) con forma de pirámide exagonal, un timón (navegación) y una tabla en la que se halla inscrito el alfabeto latino antiguo (origen de las lenguas y de las letras). 

La tabla está apoyada en un 'fragmento de columna' (la arquitectura) y se halla en el suelo frente a una estatua de Homero ('el primer autor de la gentilidad que llegó hasta nosotros'). 'Finalmente, en el plano más iluminado de todos, pues ahí se exponen los jeroglíficos que significan las cosas humanas más conocidas, según su caprichosa comodidad, el pintor hace aparecer el haz, una balanza y el caduceo de Mercurio' (las primeras repúblicas, las guerras, las monedas y los comercios, las leyes y la paz). 'Todos estos jeroglíficos se hallan lejos del altar, pues son toda las cosas civiles de los tiempos en los que, poco a poco, se fueron desvaneciendo las falsas religiones'.

   La mujer sobre el globo, es decir, la metafísica, contempla, en lo alto, a Dios (un triángulo con ojo en un círculo), y 'en dios, al mundo de las mentes humanas, que es el mundo metafísico'. Del triángulo sale un rayo de luz que impresiona, en el pecho de la mujer, 'una joya convexa', que denota 'el corazón terso y puro', y desde allí se refleja sobre la figura de Homero. El primer rayo representa al mismo tiempo 'la divina providencia' y el pensamiento y método de Vico; y el reflejo 'es la luz propia que se da a la Sabiduría poética en el libro segundo, en el que está el verdadero Homero, esclarecido en el libro tercero'.


Calvesi, M., La metafísica esclarecida, Balsa de la medusa, Madrid 1990, pp. 209-210.


viernes, 9 de octubre de 2020

Fragmento del prólogo (C. S Lewis) a "Fantastes" de G. Macdonald

    "Cuando era un adolescente, me hubiera escandalizado si alguien me hubiera dicho que lo que Fantastes me iba a enseñar a amar era la bondad. Pero ahora que lo sé, comprendo que no hubo engaño alguno. El engaño es todo lo contrario, es ese prosaico moralismo que encierra la bondad en los confines de la Ley y el Deber, y no permite que sintamos en el rostro el dulce hálito que sopla desde la tierra de los justos ni nos desvela en ningún momento esa elusiva Forma cuya contemplación nos inspira inevitablemente un voluptuoso deseo, aquello que, empleando la expresión de Safo, es 'más dorado que el mismo oro'".



lunes, 24 de agosto de 2020

Frases ilustres de Antonio Gasset presentando el programa "Días de cine"

 "Buenas noches en esta nueva edición del programa 'Días de cine', un clásico en esta isla de buen gusto que es la 2 de TVE. Como no tengo muchas ganas de hablar pasamos directamente al sumario de los contenidos de esta semana y comenzamos."

"Llegó la pausa. Tomaos con filosofía y paciencia las pasiones futbolísticas, sexuales y políticas. Las primeras, porque se tratan de un juego; las segundas, porque suelen ser efímeras; y las terceras, las políticas, porque el oscuro objeto del deseo suele ser un mentecato."

"Y como siempre, para finalizar, algo imprescindible como orientación y muestrario de las novedades del DVD, nuestra tabla de salvación ahora que acudir a las salas se ha convertido en un suplicio en muchas ocasiones, dada la pérdida de aquello que unos pocos seguimos valorando: la buena educación y el respeto al prójimo."

"Llegó la pausa, meditad sobre las vacaciones, compañía, siempre mejor las malas, viajes, con seres queridos mucho mejor, y gastos, la generosidad siempre embellece. Y sobre todo no pertenezcáis nunca a ningún grupo mediático sea del signo que sea."

"Sed buenos, y si por lo que fuera no podéis, seguid siendo malos, la diferencia es mínima."

"Buenas noches, 'Días de cine', un programa dedicado a entretener a víctimas del insomnio, noctámbulos, parejas en crisis, toxicómanos e incluso algún aficionado al cine, está a punto de comenzar con sus contenidos dedicados a la actualidad cinematográfica, tediosa casi siempre pero, hay que reconocerlo, brillante en alguna ocasión."

"Llegó la pausa, ocasión magnífica para meditar si somos justos con los demás, o por el contrario problemas personales proyectan sus miserias y deforman la imagen del prójimo. Hay que tener cuidado, pero no os sintáis culpables: los imbéciles son siempre imbéciles, proyectemos lo que proyectemos."

"Comenzamos con una película de las llamadas polémicas, lo que quiere decir que a unos les gusta y a otros no, como todas."

"Aprovechen la pausa para revisar su agenda de amigos, encontrarán que han malgastado su preciado tiempo y paciencia en conocer a un montón de ineptos; no se corten, cojan un boli y táchenlos."

"Llegó el momento de la pausa. En ella podéis aprovechar el tiempo en perderlo, una de las mejores maneras de aprovecharlo. Muy indicada contra el estrés y depresiones causadas por la ansiedad laboral."


lunes, 17 de agosto de 2020

Fragmento de "Un mundo feliz" (prólogo) de Aldous Huxley


  "Desde luego no hay razón alguna para que el nuevo totalitarismo se parezca al antiguo. El gobierno, por medio de porras y piquetes de ejecución, hambre artificialmente provocada, encarcelamientos en masa y deportaciones también en masa, no es solamente inhumano (a nadie, hoy día, le importa demasiado este hecho); se ha comprobado que es ineficaz, y en una época de tecnología avanzada la ineficacia es un pecado contra el Espíritu Santo. Un estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar una población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre. Inducirles a amarla es la tarea asignada en los actuales estados totalitarios a los ministerios de propaganda, los directores de los periódicos y los maestros de escuela. 

   (...) Dentro de pocos años, sin duda alguna, las licencias de matrimonio se expenderán como las licencias para perros, con validez sólo para un período de de doce meses, y sin ninguna ley que impida cambiar de perro o tener más de un animal a la vez. A medida que la libertad política y económica disminuye, la libertad sexual tiende, en compensación, a aumentar. Y el dictador (a menos que necesite carne de cañón o familias con las cuales colonizar territorios desiertos o conquistados) hará bien en favorecer esta libertad. En colaboración con la libertad de soñar despiertos bajo la influencia de los narcóticos, del cine y de la radio, la libertad sexual ayudará a reconciliar a sus súbditos con la servidumbre que es su destino. 

    Después de sopesarlo todo bien, me pareció que la Utopía se hallaba más cerca de nosotros de lo que nadie hubiese podido imaginar hace sólo quince años. Entonces la situé para dentro de seiscientos años en el futuro. Hoy parece posible que tal horror se implante entre nosotros en el plazo de un solo siglo."


lunes, 20 de julio de 2020

Fragmento de "Pascal" de F. M. Sciacca

'La única cosa que nos consuela de nuestras miserias es la diversión, y sin embargo es la más grande de nuestras miserias, porque es lo que principalmente nos impide pensar en nosotros y nos hace perdernos insensiblemente. Sin la diversión caeríamos en el aburrimiento, y este aburrimiento nos lanzaría a buscar un medio más fuerte para salir de él. Pero la diversión nos recrea, y nos permite llegar insensiblemente a la muerte'. Pensamientos, 171.

Blaise Pascal

    Los Pensamientos, en el cuadro del análisis de la naturaleza humana, se plantea el siguiente problema: ¿Por qué los hombres buscan el placer, la diversión y el recreo? ¿Por qué se afanan tanto en procurarse distracciones? ¿Les impulsa la necesidad del apagamiento o algún otro motivo que quieren ocultarse a sí mismos? Todas las desventuras de los hombres (los peligros y las penas a que se exponen en la corte y en la guerra, donde nacen tantas contiendas, pasiones, empresas arriesgadas y frecuentemente malas, etc.) proceden de una sola causa: 'de no saber permanecer reposadamente en una habitación'. Nadie compraría a tan caro precio 'un cargo en el ejército, si no encontrara insoportable no salir fuera de la ciudad'. 'Se buscan las conversaciones y el recreo de los juegos solamente porque no se puede estar agradablemente en casa'. Esta es la causa de todos nuestros males; pero la razón es más profunda: 'hay una muy verdadera, que consiste en la natural infelicidad de nuestra condición débil, mortal y tan miserable, que no puede consolarse con nada, cuando se la considera más de cerca'. La realeza es el puesto más hermoso del mundo y, sin embargo, si un rey se queda sin diversiones, se ve asaltado por las preocupaciones del incierto porvenir y por el temor a la muerte y a las enfermedades: hele aquí, pues, más desgraciado que el más miserable entre sus súbditos, que goce y se divierta. He aquí  por qué los hombres aman tanto el rumor y el alboroto y por qué 'el placer de la soledad es una cosa incomprensible'. Los filósofos que creen que la gente es poco razonable cuando pasan todo el día corriendo tras una liebre, no conocen la naturaleza del hombre. 'La liebre no nos libraría del pensamiento de la muerte y de las miserias, pero la caza, que nos distrae, nos libra de ello'. Los hombres buscan la caza y no la presa, (...) Así, son conducidos al reposo a través de la agitación. (...) 'Para el hombre nada es tan insoportable como estar en pleno reposo, sin pasiones, sin ocupaciones. Entonces siente su propia nada, su propio abandono, su propia insuficiencia, su depender, su propia impotencia, su propio vacío. De pronto saldrá del fondo de su alma el aburrimiento, los negros pensamientos, la tristeza, el afán, el despecho, la desesperación'. No basta el placer lánguido; es necesaria la pasión. (...) La diversión, en sus varias formas, desde la caza a las pasiones violentas y perturbadoras, como se ve, encuentran su raíz en la condición miserable de la naturaleza humana. Como el enfermo cree aliviarse dando vueltas y más vueltas en el lecho, así el hombre cree ocultarse a sí mismo su propia infelicidad y propia miseria corriendo de distracción en distracción.
   (...) ¿Qué ayuda puede proporcionar al hombre la razón del filósofo? Ninguna. 'Los filósofos tienen bellas palabras: volved a entrar en vosotros, que hallaréis vuestro bien'. La sabiduría popular tiene un sentido más exacto de las condiciones reales del hombre. En efecto, ha comprendido que la diversión y la caza valen más que la poesía, porque lo que los hombres buscan no es la posesión de una cosa, sino el olvido de sí mismos, el cual no se encuentra en la posesión, sino en la pasión violenta e impetuosa, en la diversión que ocupa y distrae. La razón por sí sola es impotente para curar la condición del hombre, en cuanto que no se trata de males de carácter psicológico, sino de males radicados en la misma  profundidad de la naturaleza humana".

Sciacca,  F. M.,  Pascal, Luis Miracles editor, Barcelona 1955, pp. 205-208.

jueves, 4 de junio de 2020

Fragmento de "Los hermanos karamazo" de Fiodor Dostoievski

«Amo a la Humanidad, pero, para gran sorpresa mía, cuanto más amo a la Humanidad en general, menos amo a los hombres en particular, como individuos. Con frecuencia, he soñado que sirvo apasionadamente a la Humanidad y creo que, si hubiese hecho falta, hubiese subido al Calvario por ayudarla, pero sé por experiencia que no puedo convivir con otra persona dos días seguidos en la misma habitación. Tan pronto como alguien se acerca a mí, su personalidad oprime mi amor propio y dificulta mi libertad. En apenas veinticuatro horas, puedo cogerle ojeriza a la persona más buena: tal vez porque se queda demasiado tiempo sentada en la mesa, o porque está constipada y no hace más que estornudar»